BIENAVENTURADOS
LOS QUE CREEN SIN VER. LA FE Y NO LA VISTA.
“Porque por
fe andamos, no por vista” (2 Corintios 5:7).
En el
capítulo 4 de Juan, leemos la historia de un hombre noble que tenía un hijo
enfermo, y sin embargo Jesús escogió no ir hasta donde estaba el hijo enfermo
para sanarlo. En otras ocasiones, Jesús fue y puso sus manos en los enfermos y
los sanaba. ¿Por qué no hizo así esta vez? Creo que Él no fue para beneficio
nuestro. Hay muchos de nosotros hoy en día que pensamos que “si tan solo
tuviésemos la presencia física de Jesús, entonces tendríamos sus bendiciones.
Asimismo decimos: “¡Ah, si yo hubiera vivido en ese tiempo!”, o “¿No será
maravilloso cuando Jesús regrese?” No tenemos que vivir en el pasado ni en el
futuro, puesto que poseemos su Palabra. Ésta es tan real y poderosa como si
Jesús mismo estuviera aquí, en la carne. La distancia no hace ninguna diferencia.
¿Qué es lo
que usted está esperando para dar el paso de fe? Bien se ha dicho: “Cuando
usted no pueda ver Su mano, confíe en Su corazón.” Lea Colosenses 1:9-14.
Por lo cual también nosotros,
desde el día que lo oímos, no cesamos de orar por vosotros, y de pedir que
seáis llenos del conocimiento de su voluntad en toda sabiduría e inteligencia
espiritual,
1:10 para
que andéis como es digno del Señor, agradándole en todo, llevando fruto en toda
buena obra, y creciendo en el conocimiento de Dios;
1:11
fortalecidos con todo poder, conforme a la potencia de su gloria, para toda
paciencia y longanimidad;
1:12 con
gozo dando gracias al Padre que nos hizo aptos para participar de la herencia
de los santos en luz;
1:13 el cual
nos ha librado de la potestad de las tinieblas, y trasladado al reino de su
amado Hijo,
1:14 en
quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados.
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