EL
LLAMAMIENTO SE HACE REALIDAD CUANDO ACEPTO HACER PARTE DE LA GRAN COMISIÓN.
“Por tanto,
id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del
Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las
cosas que os he mandado; y he aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta
el fin del mundo. Amén” - (Mateo 28:19-20).
¿Alguna vez
ha compartido con otra persona la historia de cómo Dios le salvó? Algunas
personas son temerosas de hacerlo porque tienen miedo de no saber qué decir. O
tienen temor de que alguien les pregunte algo que no puedan responder. ¿Alguna
vez se ha sentido así? Yo creo que está bien si usted dice: “No lo sé.” No es
un pecado el ser ignorante de algo. Sin embargo, es un pecado el conformarse
con serlo. Dios le ha llamado para que sea su testigo. ¿Sabe lo que es un
creyente? Es un testigo: alguien que ha visto, ha escuchado o ha experimentado
a Jesucristo. Nada más, pero tampoco nada menos. Jesús no nos ha llamado para
que seamos abogados para argumentar un caso. Nos ha llamado para que seamos sus
testigos. ¿Será usted su testigo hoy?
UN VERDADERO
CRISTIANO DA TESTIMONIO DE SU SALVACIÓN.
Si usted
nunca ha compartido su testimonio con alguien, tal vez es porque no sabe qué
decir. El mejor consejo que podemos ofrecer es, primero, ser un buen oyente.
Escuche cuando alguien comparte sus necesidades y, si puede, dé los pasos
necesarios para ayudar. Luego pregunte si usted puede compartir lo que Dios
hizo en su vida cuando usted tuvo esas mismas necesidades. ¿Dónde puede esparcir
semillas hoy día?
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