NO ES HORA DE
JUZGAR AL HERMANO, ES HORA DE REVISAR NUESTRA VIDA PRIMERO.
“No
juzguéis, para que no seáis juzgados” - (Mateo 7:1). ¿Qué cree usted que significa “la
viga” en la pregunta que hizo Jesús: “¿Y por qué miras la paja que está en el
ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?” (Mateo
7:3). ¿Cree usted que Jesús se refería a pecados tan horrendos como el
adulterio o el asesinato? Si usted hubiera conocido a la multitud a la cual
Jesús hablaba, sabría que éstas no eran las tentaciones con las cuales ellos
luchaban. Verá, Él estaba hablando a los fariseos. “La viga” en sus ojos era su
actitud hacia “la paja” que estaba en el ojo de su hermano. Eran arrogantes,
orgullosos e hipócritas. Dios no quiera que nosotros nos volvamos como esos
fanáticos religiosos que nada sabían de la amorosa humildad de nuestro Señor.
Que Dios nos ayude a remover el aserrín de nuestros ojos antes de pensar jamás
en juzgar a otros.
¿Quiere
usted tener hacia los demás, la actitud de Cristo? Lea y obedezca Filipenses
2:1-16.
1 Por
tanto, si hay alguna consolación en Cristo, si algún consuelo de amor, si
alguna comunión del Espíritu, si algún afecto entrañable, si alguna
misericordia,
2:2
completad mi gozo, sintiendo lo mismo, teniendo el mismo amor, unánimes,
sintiendo una misma cosa.
2:3 Nada
hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada
uno a los demás como superiores a él mismo;
2:4 no
mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los
otros.
2:5 Haya,
pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
2:6 el cual,
siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse,
2:7 sino que
se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
2:8 y
estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente
hasta la muerte, y muerte de cruz.
2:9 Por lo
cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo
nombre,
2:10 para
que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos,
y en la tierra, y debajo de la tierra;
2:11 y toda
lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
2:12 Por
tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia
solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación
con temor y temblor,
2:13 porque
Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena
voluntad.
2:14 Haced
todo sin murmuraciones y contiendas,
2:15 para
que seáis irreprensibles y sencillos, hijos de Dios sin mancha en medio de una
generación maligna y perversa, en medio de la cual resplandecéis como luminares
en el mundo;
2:16 asidos
de la palabra de vida, para que en el día de Cristo yo pueda gloriarme de que
no he corrido en vano, ni en vano he trabajado.
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