¿CUÁNTOS
MUERTOS VE USTED POR ALLÍ SIN CRISTO?
¿DE QUIÉN ES
ESTE MUERTO?
Por Carlos
Rey.
La
encomienda sólo decía «La Oroya», así que la terminal de autobuses de Huancayo,
Perú, remitió la caja a esa localidad. Era una caja de cartón, bien envuelta.
Pero como permaneció dos días en La Oroya sin que nadie la reclamara, la
devolvieron a Huancayo.
Tampoco la
reclamó nadie en Huancayo, así que, como olía mal, dieron aviso a la policía.
Cuando por fin abrieron la caja, descubrieron que adentro estaba el cadáver
descompuesto de un joven, muerto de un balazo en el rostro. Luego de considerar
las opciones, decidieron publicar el siguiente aviso: «Encomienda con un muerto
adentro se halla en la estación de policía. Quien se crea con derecho a ella,
puede venir a reclamarla.»
He aquí uno
de esos muertos pobres e ignorados que permanecerán en el anonimato, quizá para
siempre, hasta que en el día final se aclaren todas las cosas. Sólo podía
deducirse que aquel joven desconocido había sido asesinado, envuelto en una
frazada y colocado de cuclillas en una caja de cartón, y que lo habían
despachado a La Oroya porque tal vez era de esa localidad.
¿Quién lo
mató? ¿Quién envolvió su cuerpo en el paquete? ¿Quién lo despachó en Huancayo?
¿Quiénes eran su padre y su madre? ¿Tenía amigos, esposa, novia? Nada de esto
llegó a saberse. Sólo se sabía que estaba muerto, y que tendría que ser
enterrado en alguna tumba de misericordia.
Hay personas
que pasan toda la vida solas, ignoradas, abandonadas, tristes, como si no
tuvieran nombre ni destino que no fuera trágico. Forman parte de una gran
compañía de seres humanos casi invisibles —entre ellos hombres, mujeres y
niños— pobres, ignorantes, desvalidos, indefensos. Sufren viviendo porque viven
sufriendo física, social y emocionalmente, y mueren en el misterio del anonimato.
¿Habrá
alguien que tenga compasión de ellos? Sí, lo hay. Se trata de Jesucristo, el
Hijo de Dios. Nadie los comprende como Él. Fue precisamente para identificarse
con ellos que se hizo hombre y nació de la forma más humilde posible, en un
pesebre, y murió de la forma más humillante posible, colgado semidesnudo en una
cruz. Sintiéndose abandonado tanto por su Padre como por sus mejores amigos,
dio su vida por todo el que alguna vez habría de sentirse abandonado.
Uno de esos
amigos, Mateo, escribió en su biografía acerca de Cristo: «Jesús recorría todos
los pueblos y aldeas... sanando toda enfermedad y toda dolencia. Al ver a las
multitudes, tuvo compasión de ellas, porque estaban agobiadas y desamparadas,
como ovejas sin pastor.»1. En el capítulo anterior Jesús se había identificado
con esas multitudes desatendidas como Hijo del hombre: «Las zorras tienen
madrigueras y las aves tienen nidos —había declarado—, pero el Hijo del hombre
no tiene dónde recostar la cabeza.»2.
De ahí que
posteriormente nos hiciera la invitación a todos, y en particular a los que
difícilmente soportan la vida que llevan: «Vengan a mí todos ustedes que están
cansados y agobiados, y yo les daré descanso... Aprendan de mí, pues yo soy
apacible y humilde de corazón, y encontrarán descanso para su alma.»3.
1 Mt 9:36.
2 Mt 8:20.
3 Mt 11:28-29.
¿QUÉ ESTÁ
HACIENDO USTED POR CADA UNO DE ESTOS MUERTOS, QUE ANDAN POR ALLÍ?
No hay comentarios:
Publicar un comentario