miércoles, 4 de julio de 2018

EL PASO A DAR HOY CON URGENCIA ES EL ARREPENTIMIENTO.


EL PASO A DAR HOY CON URGENCIA ES EL ARREPENTIMIENTO.
“Porque si vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las obras de la carne, viviréis” - (Romanos 8:13).
Los predicadores muchas veces dicen: “Póngase en paz con Dios. ¡Usted pudiera morir hoy!” Pero es mucho mejor decir: “Póngase en paz con Dios, ¡para que pueda vivir!” El mayor gozo en la vida es vivir para Jesús. ¿Por qué perder más tiempo? Hay una vida que vivir. Amigo, lo mejor que usted puede decir de una vida sin Cristo, es que es una vida desperdiciada. Billy Sunday, famoso predicador allá por 1920, decía que el arrepentimiento en el lecho de muerte es como “quemar la vela de la vida para el diablo, y entonces soplar el humo en el rostro de Dios”. Si usted no es salvo, no es demasiado tarde para que se salve. Si quiere ser salvo, quienquiera que sea, dondequiera que esté, lo que quiera que haya hecho, Jesús quiere salvarle. Arrepiéntase y crea, y será salvo.
“JAH, si mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en Ti hay perdón, para que seas reverenciado” (Salmos 130:3-4).
Sansón, el poderosos hombre del Antiguo Testamento aprendió tres cosas acerca del pecado que compartiremos con usted hoy. Primero, el pecado le llevará más lejos de lo que quiere ir. Segundó, el pecado lo mantendrá por más tiempo del que quiere quedarse y, tercero, el pecado le costará mucho más de lo que quiere pagar. Nunca ha habido un fracasado tan grande como Sansón, pero en su remordimiento, él empezó a pensar en el gran Dios que le amaba. Y pensó en el hecho de que Dios siempre está dispuesto a perdonar. No importa cuán grande, ni cuán horrible sea el pecado, Dios es mayor.
¿Tiene usted algún pecado al que no quiere renunciar? ¿Quiere tener victoria? ¿Desea perdón? Pídale a Dios que perdone su espíritu de rebeldía. Pídale fortaleza para arrepentirse. Deje que su Santo Espíritu trabaje su convicción, y entonces busque su perdón. Usted puede reconciliarse con Dios hoy. Hágalo ahora mismo.
“Porque escrito está: Sed santos, porque Yo soy Santo” (1 Pedro 1:16).
¿Por qué usted y yo debemos escoger el vivir una vida santa? Una razón es que anticipamos la segunda venida de Jesucristo. Cuando estamos esperando el regreso de Cristo en cualquier momento, debemos anhelar el ser limpios y santos, en preparación para verle. Por ejemplo, si usted supiera que Cristo regresa esta tarde, ¿piensa que se pondría en paz con Él? ¿Habría alguna persona con quien usted está disgustado, y desea reconciliarse? ¿Habría algunos pecados en su vida de los cuales debe arrepentirse?
Si su respuesta es afirmativa a cualquiera de esas preguntas, entonces actúe en fe, trayendo gloria a Dios por su obediencia.
“Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido” (Apocalipsis 2:4-5).
La década de los sesenta trajo la revolución sexual. Ahora, explíquenos una vez más, ¿cómo el “amor libre” iba a traer paz y armonía a nuestro mundo? La gente está siendo absorbida en turbulentas cloacas de pecado. Los cimientos de los hogares se desmoronan. Preciosos bebecitos en el vientre son condenados a muerte. Las enfermedades transmitidas sexualmente están fuera de control. Parece que fuera demasiado tarde, y debemos regresar “a nuestro primer amor”. Es tiempo de amar al Señor con todo nuestro corazón, nuestra alma, nuestra mente, y amar al prójimo como nos amamos nosotros mismos (ver Mateo 22:36-39). Es tiempo de hacer conocer a la gente del “amor libre” ofrecido por nuestro Salvador, cuando Él murió para perdonar nuestros pecados y comprar nuestra salvación por la eternidad.
¿Cómo sabe que ha dejado “su primer amor”? Pregúntese: “¿Hay algo o alguien a lo que sirvo más que a Dios? ¿Hay alguien o algo a lo que amo más que a Dios?” Si lo hay, entonces confiese ese pecado, y arrepiéntase de su pecado de idolatría.
Segunda Pedro 3:9: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.”
¿Alguna vez se ha puesto a pensar por qué el Señor Jesús aún no ha regresado? Porque nuestro Señor está esperando que la gente se salve. Él está esperando a ese pariente, a ese vecino, a ese compañero de trabajo suyo. Quizás lo esté esperando a usted. Sin embargo, uno de estos días y tal vez muy pronto, Cristo regresará. Verá, es la misericordia de Dios lo que detiene la Segunda Venida de Jesucristo. No obstante, la justicia y juicio de Dios requieren que un día Él retorne. Incluso, ahora mismo, las tormentosas aguas de la ira de Dios están furiosamente golpeando la represa de su misericordia. Y uno de estos días, dicha represa cederá al juicio de Dios y el día del Señor vendrá. ¡Nuestro Señor regresará!
¿El regreso del Señor Jesucristo hace que su corazón palpite con anticipación o con terror?
Hechos 16:31: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.”
Un creyente no es una persona que sencillamente cree que Cristo murió por sus pecados. El diablo cree eso. Un creyente es una persona que se ha arrepentido de sus pecados y ha invitado a Cristo a entrar en su corazón como Salvador y Señor. Usted puede creer intelectualmente que un avión puede volar, pero para poder volar usted debe probar sus alas. De la misma forma, cuando usted entrega su corazón al Señor Jesucristo, Él toma el control de su vida y comienza a hacerle la persona que Él desea que usted sea. Su vida no necesita ser absolutamente perfecta para que usted pueda ir al cielo. En el momento que recibe a Cristo como su Salvador personal, usted está eternamente salvo, eternamente seguro y Dios empieza a trabajar en usted.
¿No es maravilloso saber que es salvo? Bien, esparza las Buenas Nuevas de esa seguridad a su vecino hoy.
NO RECHACEMOS EL PERDÓN DE JESUCRISTO.
“Porque esto es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los pecados” (Mateo 26:28).
En 1829, George Wilson fue encontrado culpable de asesinato, y condenado a la pena de muerte. Pero algunos amigos de Wilson solicitaron al entonces presidente Andrew Jackson que le perdonara. Jackson otorgó el perdón, y el documento fue entregado en la prisión a Wilson. Para sorpresa de todos, Wilson dijo: “Yo voy a ser colgado.” Nunca antes nadie había rechazado el perdón, por lo tanto las Cortes de justicia no sabían qué hacer. Las discusiones llegaron hasta la Corte Suprema, y el Juez John Marshall dictaminó lo siguiente: “El perdón es un pedazo de papel, el valor del cual depende de la aceptación por la persona implicada. Si él no acepta el perdón, entonces debe ser ejecutado.”
Amigo (a), Dios le ama y desea perdonarle, pero si usted le rechaza a Él y su perdón, entonces morirá y se irá al infierno. Entréguese por completo a Él, y reciba hoy mismo el regalo gratuito de Su perdón.
¿Se ha arrepentido usted de sus pecados y creído en la obra expiatoria de Cristo, al Él derramar su sangre en la cruz? El ser “bueno” no lo llevará al cielo, solamente Jesús lo hará.
ES HORA DE ARREPENTIRNOS DE VERDAD.
ESTA ES LA VERDADERA LIBERTAD QUE DIOS NOS DA SER OBEDIENTES A SU PALABRA.
SE LIBRE!
“Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” - Juan 8:32.
Juan un joven de 18 años, quedó como responsable de su hermano Tomás de 10 años y de su casa, durante un fin de semana, mientras sus padres viajaban a otra ciudad para visitar a un pariente muy querido que se encontraba delicado de salud. Su padre al despedirse le dijo: Hijo ahora eres responsable de todo lo que pase en estos días, confío que todo estará bien cuando volvamos; y se marchó.
Tomás estaba contento ya que pensaba que podía hacer todo lo que sus padres le decían que no hiciera y dijo: ¡Si, ahora soy libre! Y pensó: por fin podré jugar con la colección de aviones que tiene mi padre, lo sacaré mientras Juan este distraído y lo meteré en mi cuarto. Entonces, así lo hizo, desarmó los bien cuidados aviones de su padre proponiéndose volver a armarlos antes de su llegada.
Al retornar del viaje, su padre notó la ausencia de la colección que tenía y preguntó a Juan quien dijo que no sabía que pasó. Su padre se enfureció, y optó por preguntar también a Tomas, quien al igual que su hermano, manifestó su desconocimiento de lo que había pasado. Ante esta pregunta, él sintió mucho miedo de que su padre lo castigara porque pese a sus intentos, no pudo armar nuevamente los aviones; Entonces como el hijo mayor era responsable de todo, el papá tuvo que imponerle un castigo. Pasaron tres días y Tomás no estaba tranquilo, no podía conciliar el sueño porque se sentía triste por lo ocurrido, sabía que su hermano no era responsable y que el castigo, en realidad lo merecía él.
Al levantarse la mañana siguiente, decidió decir toda la verdad, y de rodillas oró: Dios, perdóname por ocultar la verdad y por hacer sufrir a otros, te pido que me ayudes a contar todo la verdad a mi familia y dame valor para llevar el castigo que me den, amén. Entonces reunió a todos en su pequeña sala, y todos extrañados, le preguntaron: ¿Que pasó Tomas, estas bien? Y él niño respiro profundamente y dijo: No, no estoy bien, lo que paso hace tres días no fue culpa de Juan sino culpa mía, y relató lo que pasó entre lágrimas, pidió perdón a su hermano, y a sus padres, quienes le perdonaron y le impusieron un justo castigo.
Esta historia me recuerda el Salmo 32:3-4 NTV que dice: “Mientras me negué a confesar mi pecado, mi cuerpo se consumió, y gemía todo el día.
Día y noche tu mano de disciplina pesaba sobre mí; mi fuerza se evaporó como agua al calor del verano.”  La mentira y el silencio de la verdad afecta a nuestro cuerpo físico, espiritual, hasta tal punto que en nos consume, nos debilita, nos quita el sueño, la paz y sobre todo nuestra integridad.
El niño creyó que tenía el control al negarse frente su padre y no fue así solo se alargó el peso que llevaba y fue la esclavitud disfrazada de libertad.
Salmos 32:5 dice “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.” fueron las palabras del Rey David, quien después de callar decide confesar lo que había hecho ahí se sintió libre y se rompieron las cadenas que lo ataban. Además que la verdad siempre está respaldada por Dios.
Hay momentos en que estamos en medio de alguna situación, y tenemos que decidir si decir la verdad, o mentir, ser libres o encadenarnos ¿qué decisión estas tomando tú?
"Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada y cubierto su pecado"  - Salmos 32:1.
Autora. Soraida Fuentes.

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