EL PASO A
DAR HOY CON URGENCIA ES EL ARREPENTIMIENTO.
“Porque si
vivís conforme a la carne, moriréis; más si por el Espíritu hacéis morir las
obras de la carne, viviréis” - (Romanos 8:13).
Los
predicadores muchas veces dicen: “Póngase en paz con Dios. ¡Usted pudiera morir
hoy!” Pero es mucho mejor decir: “Póngase en paz con Dios, ¡para que pueda
vivir!” El mayor gozo en la vida es vivir para Jesús. ¿Por qué perder más
tiempo? Hay una vida que vivir. Amigo, lo mejor que usted puede decir de una
vida sin Cristo, es que es una vida desperdiciada. Billy Sunday, famoso
predicador allá por 1920, decía que el arrepentimiento en el lecho de muerte es
como “quemar la vela de la vida para el diablo, y entonces soplar el humo en el
rostro de Dios”. Si usted no es salvo, no es demasiado tarde para que se salve.
Si quiere ser salvo, quienquiera que sea, dondequiera que esté, lo que quiera
que haya hecho, Jesús quiere salvarle. Arrepiéntase y crea, y será salvo.
“JAH, si
mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en Ti hay
perdón, para que seas reverenciado” (Salmos 130:3-4).
Sansón, el
poderosos hombre del Antiguo Testamento aprendió tres cosas acerca del pecado
que compartiremos con usted hoy. Primero, el pecado le llevará más lejos de lo
que quiere ir. Segundó, el pecado lo mantendrá por más tiempo del que quiere
quedarse y, tercero, el pecado le costará mucho más de lo que quiere pagar.
Nunca ha habido un fracasado tan grande como Sansón, pero en su remordimiento,
él empezó a pensar en el gran Dios que le amaba. Y pensó en el hecho de que
Dios siempre está dispuesto a perdonar. No importa cuán grande, ni cuán
horrible sea el pecado, Dios es mayor.
¿Tiene usted
algún pecado al que no quiere renunciar? ¿Quiere tener victoria? ¿Desea perdón?
Pídale a Dios que perdone su espíritu de rebeldía. Pídale fortaleza para
arrepentirse. Deje que su Santo Espíritu trabaje su convicción, y entonces
busque su perdón. Usted puede reconciliarse con Dios hoy. Hágalo ahora mismo.
“Porque
escrito está: Sed santos, porque Yo soy Santo” (1 Pedro 1:16).
¿Por qué
usted y yo debemos escoger el vivir una vida santa? Una razón es que
anticipamos la segunda venida de Jesucristo. Cuando estamos esperando el
regreso de Cristo en cualquier momento, debemos anhelar el ser limpios y
santos, en preparación para verle. Por ejemplo, si usted supiera que Cristo
regresa esta tarde, ¿piensa que se pondría en paz con Él? ¿Habría alguna
persona con quien usted está disgustado, y desea reconciliarse? ¿Habría algunos
pecados en su vida de los cuales debe arrepentirse?
Si su
respuesta es afirmativa a cualquiera de esas preguntas, entonces actúe en fe,
trayendo gloria a Dios por su obediencia.
“Pero tengo
contra ti, que has dejado tu primer amor. Recuerda, por tanto, de dónde has
caído, y arrepiéntete, y haz las primeras obras; pues si no, vendré pronto a
ti, y quitaré tu candelero de su lugar, si no te hubieres arrepentido”
(Apocalipsis 2:4-5).
La década de
los sesenta trajo la revolución sexual. Ahora, explíquenos una vez más, ¿cómo
el “amor libre” iba a traer paz y armonía a nuestro mundo? La gente está siendo
absorbida en turbulentas cloacas de pecado. Los cimientos de los hogares se
desmoronan. Preciosos bebecitos en el vientre son condenados a muerte. Las
enfermedades transmitidas sexualmente están fuera de control. Parece que fuera
demasiado tarde, y debemos regresar “a nuestro primer amor”. Es tiempo de amar
al Señor con todo nuestro corazón, nuestra alma, nuestra mente, y amar al
prójimo como nos amamos nosotros mismos (ver Mateo 22:36-39). Es tiempo de
hacer conocer a la gente del “amor libre” ofrecido por nuestro Salvador, cuando
Él murió para perdonar nuestros pecados y comprar nuestra salvación por la
eternidad.
¿Cómo sabe
que ha dejado “su primer amor”? Pregúntese: “¿Hay algo o alguien a lo que sirvo
más que a Dios? ¿Hay alguien o algo a lo que amo más que a Dios?” Si lo hay,
entonces confiese ese pecado, y arrepiéntase de su pecado de idolatría.
Segunda
Pedro 3:9: “El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por
tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno
perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento.”
¿Alguna vez
se ha puesto a pensar por qué el Señor Jesús aún no ha regresado? Porque
nuestro Señor está esperando que la gente se salve. Él está esperando a ese
pariente, a ese vecino, a ese compañero de trabajo suyo. Quizás lo esté
esperando a usted. Sin embargo, uno de estos días y tal vez muy pronto, Cristo
regresará. Verá, es la misericordia de Dios lo que detiene la Segunda Venida de
Jesucristo. No obstante, la justicia y juicio de Dios requieren que un día Él
retorne. Incluso, ahora mismo, las tormentosas aguas de la ira de Dios están
furiosamente golpeando la represa de su misericordia. Y uno de estos días,
dicha represa cederá al juicio de Dios y el día del Señor vendrá. ¡Nuestro
Señor regresará!
¿El regreso
del Señor Jesucristo hace que su corazón palpite con anticipación o con terror?
Hechos
16:31: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y tu casa.”
Un creyente
no es una persona que sencillamente cree que Cristo murió por sus pecados. El
diablo cree eso. Un creyente es una persona que se ha arrepentido de sus
pecados y ha invitado a Cristo a entrar en su corazón como Salvador y Señor.
Usted puede creer intelectualmente que un avión puede volar, pero para poder
volar usted debe probar sus alas. De la misma forma, cuando usted entrega su
corazón al Señor Jesucristo, Él toma el control de su vida y comienza a hacerle
la persona que Él desea que usted sea. Su vida no necesita ser absolutamente
perfecta para que usted pueda ir al cielo. En el momento que recibe a Cristo
como su Salvador personal, usted está eternamente salvo, eternamente seguro y
Dios empieza a trabajar en usted.
¿No es
maravilloso saber que es salvo? Bien, esparza las Buenas Nuevas de esa
seguridad a su vecino hoy.
NO
RECHACEMOS EL PERDÓN DE JESUCRISTO.
“Porque esto
es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los
pecados” (Mateo 26:28).
En 1829,
George Wilson fue encontrado culpable de asesinato, y condenado a la pena de
muerte. Pero algunos amigos de Wilson solicitaron al entonces presidente Andrew
Jackson que le perdonara. Jackson otorgó el perdón, y el documento fue
entregado en la prisión a Wilson. Para sorpresa de todos, Wilson dijo: “Yo voy
a ser colgado.” Nunca antes nadie había rechazado el perdón, por lo tanto las
Cortes de justicia no sabían qué hacer. Las discusiones llegaron hasta la Corte
Suprema, y el Juez John Marshall dictaminó lo siguiente: “El perdón es un
pedazo de papel, el valor del cual depende de la aceptación por la persona
implicada. Si él no acepta el perdón, entonces debe ser ejecutado.”
Amigo (a),
Dios le ama y desea perdonarle, pero si usted le rechaza a Él y su perdón,
entonces morirá y se irá al infierno. Entréguese por completo a Él, y reciba
hoy mismo el regalo gratuito de Su perdón.
¿Se ha
arrepentido usted de sus pecados y creído en la obra expiatoria de Cristo, al
Él derramar su sangre en la cruz? El ser “bueno” no lo llevará al cielo,
solamente Jesús lo hará.
ES HORA DE
ARREPENTIRNOS DE VERDAD.
ESTA ES LA
VERDADERA LIBERTAD QUE DIOS NOS DA SER OBEDIENTES A SU PALABRA.
SE LIBRE!
“Y
conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres.” - Juan 8:32.
Juan un
joven de 18 años, quedó como responsable de su hermano Tomás de 10 años y de su
casa, durante un fin de semana, mientras sus padres viajaban a otra ciudad para
visitar a un pariente muy querido que se encontraba delicado de salud. Su padre
al despedirse le dijo: Hijo ahora eres responsable de todo lo que pase en estos
días, confío que todo estará bien cuando volvamos; y se marchó.
Tomás estaba
contento ya que pensaba que podía hacer todo lo que sus padres le decían que no
hiciera y dijo: ¡Si, ahora soy libre! Y pensó: por fin podré jugar con la
colección de aviones que tiene mi padre, lo sacaré mientras Juan este distraído
y lo meteré en mi cuarto. Entonces, así lo hizo, desarmó los bien cuidados
aviones de su padre proponiéndose volver a armarlos antes de su llegada.
Al retornar
del viaje, su padre notó la ausencia de la colección que tenía y preguntó a
Juan quien dijo que no sabía que pasó. Su padre se enfureció, y optó por
preguntar también a Tomas, quien al igual que su hermano, manifestó su desconocimiento
de lo que había pasado. Ante esta pregunta, él sintió mucho miedo de que su
padre lo castigara porque pese a sus intentos, no pudo armar nuevamente los
aviones; Entonces como el hijo mayor era responsable de todo, el papá tuvo que
imponerle un castigo. Pasaron tres días y Tomás no estaba tranquilo, no podía
conciliar el sueño porque se sentía triste por lo ocurrido, sabía que su
hermano no era responsable y que el castigo, en realidad lo merecía él.
Al
levantarse la mañana siguiente, decidió decir toda la verdad, y de rodillas
oró: Dios, perdóname por ocultar la verdad y por hacer sufrir a otros, te pido
que me ayudes a contar todo la verdad a mi familia y dame valor para llevar el
castigo que me den, amén. Entonces reunió a todos en su pequeña sala, y todos
extrañados, le preguntaron: ¿Que pasó Tomas, estas bien? Y él niño respiro
profundamente y dijo: No, no estoy bien, lo que paso hace tres días no fue
culpa de Juan sino culpa mía, y relató lo que pasó entre lágrimas, pidió perdón
a su hermano, y a sus padres, quienes le perdonaron y le impusieron un justo
castigo.
Esta
historia me recuerda el Salmo 32:3-4 NTV que dice: “Mientras me negué a
confesar mi pecado, mi cuerpo se consumió, y gemía todo el día.
Día y noche
tu mano de disciplina pesaba sobre mí; mi fuerza se evaporó como agua al calor
del verano.” La mentira y el silencio de
la verdad afecta a nuestro cuerpo físico, espiritual, hasta tal punto que en
nos consume, nos debilita, nos quita el sueño, la paz y sobre todo nuestra
integridad.
El niño
creyó que tenía el control al negarse frente su padre y no fue así solo se
alargó el peso que llevaba y fue la esclavitud disfrazada de libertad.
Salmos 32:5
dice “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis
transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado.” fueron las
palabras del Rey David, quien después de callar decide confesar lo que había
hecho ahí se sintió libre y se rompieron las cadenas que lo ataban. Además que
la verdad siempre está respaldada por Dios.
Hay momentos
en que estamos en medio de alguna situación, y tenemos que decidir si decir la
verdad, o mentir, ser libres o encadenarnos ¿qué decisión estas tomando tú?
"Bienaventurado
aquel cuya transgresión ha sido perdonada y cubierto su pecado" - Salmos 32:1.
Autora.
Soraida Fuentes.
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