HOY ES EL
MEJOR TIEMPO PEDIR PERDÓN Y PARA PERDONAR TODOS A TODOS.
"Es
tiempo de perdonar..."
“El
resentimiento hace más daño a la persona que lo tiene, que al que lo merece”
Perdonar no
significa excusar el comportamiento de quienes nos han herido. Perdonar es
tomar la decisión de desprendernos del pasado para sanar el presente. El primer
paso para Sanar nuestro corazón por completo, sólo puede ocurrir cuando
aprendemos a perdonar y Dios quiere sanar tu corazón, pero es necesario que des
primero este paso.
“Airaos,
pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al
diablo.” - Efesios 4:26.27.
Dios
comprende que a veces podemos enojarnos, lo que nos manda es que no pequemos
cuando estemos en ese estado, que no actuemos al calor de nuestras emociones.
Además dice: “no se ponga el sol sobre su enojo” parece que Dios te estuviera dando solamente
un día para enojarte, porque todo lo que se deja en el corazón lastimosamente
crece.
“Mirad bien,
no sea que alguno deje de alcanzar la gracia de Dios; que brotando alguna raíz
de amargura, os estorbe, y por ella muchos sean contaminados” - Hebreos 12:15.
Todo lo que
se deja en el corazón no se queda del mismo tamaño, va creciendo como una
semilla plantada, un simple enojo puede convertirse el día de mañana en un
profundo odio, en una planta profundamente cimentada llamada “Amargura”, y esto
sería un estorbo para nosotros, como cristianos y como hijos de Dios.
“Por tanto,
si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu hermano tiene algo
contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda, reconcíliate primero
con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda.” - Mateo 5:23-24.
Si estás
enojado con alguien y aún no lo has podido perdonar, debes entender que esto es
un obstáculo entre Dios y tú, la falta de perdón es un tipo de esclavitud, que
no te dejará crecer espiritualmente y obviamente tampoco recibir la bendición
de Dios. Recuerda que al ofrecer este regalo a la otra persona, nosotros
también lo recibimos.
“...Amarás a
tu prójimo como a ti mismo.” - Mateo 22:39.
Deja el
pasado en el pasado...
Autor(a).
Shirley Chambi.
"Fuiste
perdonado, ahora hazlo tú"
“Antes sed
benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios
también os perdonó a vosotros en Cristo.” Efesios 4:32.
Necesitamos
tanto el perdón para nuestras almas como alimento para nuestros cuerpos.
Como humanos
somos sensibles a las ofensas ya sea en acción, omisión o palabras, nos
sentimos tan afectados que lo creemos imperdonable. Pero por qué no pensamos en
aquellas cosas con las que agraviamos a Dios. Lo deshonramos tanto que eso nos
impide gozar de su amor.
Nuestra
culpa, aun cuando procuramos rechazarla nos pesa y es la fuente de muchos
sufrimientos e incluso enfermedades.
El mensaje
esencial de las escrituras consiste en que Jesucristo pagó las deudas por
nuestras ofensas.
Sin embargo
cuando fallamos el perdón de Dios es evidente, nosotros también debemos
perdonar a quienes nos han ofendido. Pero ¿Cómo responder a una ofensa? No
podemos negar el hecho, ni aun reconciliarnos teniendo en poco el asunto sin
tratarlo a fondo, es decir perdonar solo en palabras o ignorarlo.
¿Qué hacer? Con
humildad y dispuesto a reconocer nuestras propias faltas, aunque acercarnos a
quienes nos ofendieron no es una tarea fácil, Dios te dará el valor para
perdonar y eso permitirá no solo tu curación y liberación sino también la de la
otra persona.
Otorgar el
perdón es imitar a Jesús y sobre todo recordar que nosotros mismos fuimos
perdonados.
“Pues para
esto fuisteis llamados; porque también Cristo padeció por nosotros, dejándonos
ejemplo, para que sigáis sus pisadas; el cual no hizo pecado, ni se halló
engaño en su boca; quien cuando le maldecían, no respondía con maldición;
cuando padecía, no amenazaba, sino encomendaba la causa al que juzga
justamente.” 1 Pedro 2:21-23.
Autor(a).
Telma Céspedes.
¡A construir
puentes!
Cuenta una
historia que dos hermanos vivieron juntos y en armonía por muchos años pero un
día comenzó un pequeño malentendido que fue creciendo. Si bien los hermanos
vivían en granjas separadas, durante cuarenta años habían cultivado juntos,
compartido maquinaria e intercambiado productos, eran unos grandes equipos
juntos. Lamentablemente, esto se vio afectado cuando un buen día el conflicto terminó en una explosión de palabras seguidas de
semanas de silencio.
Una mañana
alguien llamó a la puerta del hermano mayor. Era un carpintero que estaba
buscando trabajo. - Tengo un trabajo para usted, afirmó el hermano mayor. Al
otro lado del arroyo, en aquella granja vive mi vecino, bueno, de hecho es mi
hermano menor. La semana pasada había una hermosa pradera entre nosotros pero
él desvió el cauce del arroyo para que quedara entre nuestras granjas. Él pudo
haber hecho eso para enfurecerme, pero le voy a hacer algo mejor. ¿Ve aquella
pila de desechos de madera junto al granero? Quiero que construya una cerca de
dos metros de alto, no quiero verlo nunca más. Acto seguido, el hermano mayor
ayudó al carpintero a reunir todos los materiales y se fue al pueblo a buscar
provisiones.
Al volver el
granjero quedó atónito.
No había
ninguna cerca de dos metros; en su lugar
había un puente que unía las dos granjas a través del arroyo. Era una
fina pieza de arte con todo y pasamanos. En ese momento, el hermano menor vino
desde su granja y abrazando a su hermano le dijo:
- Eres una
gran persona, construir este hermoso puente después de todo lo que he hecho y
dicho. Mientras se reconciliaban se
dieron cuenta de que el carpintero estaba tomando sus herramientas y se
marchaba.
- No,
espera, dijo el hermano mayor, no puedes irte, tengo muchos proyectos para ti.
- Me
gustaría quedarme, dijo el carpintero, pero tengo muchos puentes por construir.
Muchas veces permitimos que los malos entendidos nos separen de la gente que
amamos, permitimos que el orgullo sea quien domine nuestras acciones y algo que
podía arreglarse rápidamente se transforma en años de enfrentamientos, y separación.
Nosotros
estamos llamados a ser agentes de paz, a amar a nuestro prójimo, a perdonar las
ofensas, sin importar quién se equivocó.
Así como el
carpintero hizo del puente una obra de arte con los desechos de madera que
tenía, nosotros debemos hacer nuestro mejor esfuerzo por reconstruir los lazos
que nos acercan a las personas que amamos. No basta con un intento, hay que
hacer lo mejor que podamos con lo que tenemos a nuestro alcance.
Recuerda que
el rencor hace más daño a la persona que lo siente que a aquella que pudo
generar la situación que causó ese sentimiento. Perdona, no permitas que en tu
corazón eche raíces la amargura.
“Antes sed
benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios
también os perdonó a vosotros en Cristo.” - Efesios 4:32.
“ Su Perdón”
La Biblia
está llena de historias impresionantes
de amor, guerras, alimento que
llueve del cielo, el sol se detiene, multitudes alimentadas con cinco panes y dos peces, ciegos que vuelven a
ver, muertos que resucitan y muchas más.
Hay relatos de perseverancia, de amor, de compasión de rectitud, de
coraje, de fe, de arrepentimiento, de perdón y salvación.
Todas las
historias nos enseñan algo pero hoy vamos a recordar a aquellos
hombres y mujeres que fallaron, se equivocaron, desobedecieron, pecaron, o hasta se rindieron. Gente que, aun
habiendo andado con el Maestro, no hizo lo que debía.
Todas estas
historias son perfectamente aplicables a nuestras vidas, en un momento u otro,
unas más que otras posiblemente, pero todas tiene algo para cada uno de
nosotros. Tal vez te has identificado con
Jonás tratando de huir del llamado de Dios o Sansón permitiendo que tus
fuerzas se vayan al involucrarte con
cosas del mundo o quizás la parábola del Hijo pródigo sea la que más se aplique
a tu vida y quién sabe, hasta podrías haber sido como Judas ó Pedro en algunas
oportunidades. Sin duda alguna hay muchos relatos y personajes en los que nos vemos reflejados.
Pero sin
importar con quién te identificas o cuál es tu historia, lo más importante es
el fin que le des a tu historia.
Muchos de
los hombres y mujeres que fallaron se arrepintieron, pidieron perdón y
retomaron el rumbo de sus vidas y cambiaron la historia de la humanidad. No
están en la Biblia por casualidad, sino para enseñarnos que Dios tiene un plan
con nuestras vidas y que sin importar qué hicimos Él quiere perdonarnos.
¿Te
equivocaste? ¿Fallaste? Bueno, no esperes más para pedirle perdón a Dios y
cumplir el propósito que Él tiene para
tu vida.
Recuerda
que Dios siempre está presto a
perdonarnos y a darnos una nueva oportunidad. Si no fuera así, hace mucho que
la humanidad habría desaparecido, el pecado habría terminado con nosotros. Si a
Dios le interesara castigarnos y darnos la espalda, ¿qué sentido tendría la
muerte de Jesús en la cruz? Él decidió dar su vida por nosotros aún sabiendo de nuestras imperfecciones y de
nuestros errores. ¿Qué otra prueba de su
inmenso amor?
“Señor,
Señor, si tuvieras en cuenta la maldad, ¿quién podría mantenerse en pie? Pero en ti encontramos perdón, para que te
honremos”. Salmos 130:3-4
Autora: Ana
María Frege Issa.
“Por poco me
convences a ser Cristiano”
¿Convencido?
Hechos
26:27-28 ¿Crees, oh rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees. Entonces
Agripa dijo a Pablo: Por poco me persuades a ser cristiano.
Aquí está el
apóstol Pablo, presentando su defensa ante el rey Agripa. Pablo explica que ha
estado predicando debido a una visión celestial y su encuentro personal con
Jesús camino a Damasco, Pablo resume en pocas palabras el mensaje que ha estado
llevando; “... que se arrepintiesen y se convirtiesen a Dios, haciendo obras
dignas de arrepentimiento”.
Pablo sabe
que el rey Agripa ha sido testigo de muchos de los acontecimientos e inclusive
está convencido de que éste cree a los profetas. Sin embargo, las palabras del
rey Agripa son desalentadoras. “Por poco me convences a ser Cristiano”. Nada de
lo que el rey había visto, vivido o experimentado pareció ser suficiente para
convencerle a seguir a Jesús, ni siquiera su encuentro con el más grande
apóstol de toda la historia.
Muchas veces
las cosas que hemos visto no son suficientes para convencernos a seguir a
Jesús, quizá un familiar nos ha hablado, o vemos visto un milagro de Dios en
sus dificultades. Muchos hemos sido testigos del cambio de Dios en la vida de
alguna persona, pero en algunos casos ni siquiera eso es suficiente.
Quizá en tu
caso ya conoces a Jesús y vas a la iglesia cada domingo, pero ¿podrías
reconocer alguna área en donde aún no pareces convencido? Quizá en tu área
familiar, o prácticas que debes abandonar, probablemente el pastor ha predicado
acerca de tu participación en un ministerio pero aun no estás seguro, o en tu
matrimonio pero aun no te convences. No sé cuál sea el área pero tú la conoces.
No tomes la actitud del rey Agripa, no ignores a Dios hablando a tu vida por
medio de una persona o la misma biblia.
El rey
Agripa tenía una gran posición, poder y toda la estabilidad económica que un
hombre pudiese desear. Seguramente tenía amigos diciéndole que no era necesario
seguir a Jesús y que prestar oído a el loco de Pablo era perder el tiempo, pero
al despreciar las enseñanzas, automáticamente renunció a su salvación, a su
esperanza de vida, al perdón que sólo se obtiene a través de Jesús y por ende
el mismo firmó su condena.
¿Qué cosas
estás perdiendo tú? acaso ¿bendiciones, paz, descanso, promesas? No confíes en
tu estabilidad económica, amigos, familiares o costumbres, no pierdas más tu
tiempo, el mensaje es el mismo, “... que se arrepintiesen y se convirtiesen a
Dios, haciendo obras dignas de arrepentimiento”. Escucha la voz de Dios y
déjate convencer por su amor y propósitos para tu vida.
Dios desea
personas con convicción, ¿estás convencido?
Autor(a).
Dilean Canas.
LOS
PECADORES NECESITAMOS PALABRAS SENCILLAS, PERO MUY CLARAS Y CONCRETAS DE
NUESTRO ESTADO DELANTE DE DIOS.
DECORANDO EL
EVANGELIO.
Cesar era el
nombre de aquel taxista. Al iniciar nuestro recorrido con Cesar, pudimos notar
que era un hombre religioso por las imágenes y escapularios que llevaba en su
espejo retrovisor. Después de titubear un poco, (mucho en realidad) decidimos
preguntarle si sabia como ir al cielo, si entendía que Jesús era el único
camino para ir al cielo y aunque expresó creer en la biblia pero disgustar de
los cultos y reuniones religiosas, pudimos enfocarnos en su vida eterna, le
hablamos de buscar el perdón de Dios y finalmente le invitamos a hacer la
oración para aceptar a Cristo como Salvador, ahí mismo en el taxi oramos y
aceptó visitar una iglesia cerca a su casa.
Aunque suena
fácil, en realidad mi esposo y yo pasamos algún tiempo intentando iniciar la
conversación. Hemos estado orando a Dios que nos ayude en el área del
evangelismo y sabemos que ese fue sólo el comienzo. La parte más difícil era
descifrar como hacer del evangelio algo llamativo. En realidad por un momento
pensamos en aquellos datos importantes que las personas deberían saber, o quizá
el señalar las falsas enseñanzas que por años han recibido, definitivamente el
enumerar las bendiciones de Dios sonaba muy convencedor pero meditando en la
palabra veíamos como Pablo no se preocupaba por hacer el mensaje de salvación
algo atractivo, el interés del gran apóstol consistía en llevar el mensaje
verdadero.
Pablo no le
pintó pajaritos en el aire a las personas, ni les prometió infinidad de
privilegios y aun así fue uno de los hombres que mas aportó al crecimiento de la
iglesia primitiva.
Cuando
pensemos en llevar la palabra de Dios a otros para que conozcan a su salvador
no nos esforcemos en buscar palabras ostentosas o mensajes llamativos, vamos a
la simpleza y sencillez de la palabra, hablemos del arrepentimiento como lo
hizo Pablo, guiemos a las personas a convertirse a Dios y a vivir una vida que
le agrade y veremos el respaldo del Señor.
Es muy
probable que hoy mismo una persona que conoces necesite la salvación de Dios,
no lo dudes más, decídete a compartir el mensaje de Cristo con la sencillez y
convicción que lo hicieron los apóstoles.
Autor(a).
Dilean Cañas.
UN PERDÓN DE
VERDAD Y NO FINGÍDO.
“Porque si
perdonáis a los hombres sus ofensas, os perdonará también a vosotros vuestro
Padre celestial;mas si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro
Padre os perdonará vuestras ofensas” (Mateo 6:14-15).
Un padre
llegó a su casa un día, y encontró a sus dos pequeños hijos en medio de una
gran pelea. Cuando la niña vio a su padre, supo que estaba en problemas. Así
que de inmediato vertió unas lágrimas de cocodrilo, se abrazó al cuello de su
papá y le dijo: “Papi, lo siento mucho. No debíamos haber estado peleando.
Perdóname. Te amo mucho.” Ella estaba en los brazos de su padre, y él pensaba:
“Ella en realidad tiene una buena actitud sobre esto.” Pero entonces, con el
rabillo de su ojo, él vio que su hija le estaba mostrando la lengua a su
pequeño hermano. El papá le dijo: “No puedes estar abrazándome y mostrándole la
lengua a tu hermano, al mismo tiempo.” ¿Tiene usted esa clase de corazón? ¿Está
usted jugando a amar a Dios, pero guarda resentimientos contra alguien? ¿Piensa
que Dios recibirá su adoración? Amigo, es tiempo de hacer lo correcto. Su
espíritu no perdonador le hará más daño a usted que a la persona a la cual
usted no quiere perdonar.
Si hay
alguien que ha pecado contra usted, perdone. Si hay alguien que tiene algo en
contra suya, vaya a esa persona y reconcíliese. Y entonces, invierta tiempo en
adoración.
LA REBELDÍA
TRAE GRANDES Y DESASTROZAS CONSECUENCIAS.
“JAH, si
mirares a los pecados, ¿Quién, oh Señor, podrá mantenerse? Pero en Ti hay
perdón, para que seas reverenciado” (Salmos 130:3-4).
Sansón, el
poderosos hombre del Antiguo Testamento aprendió tres cosas acerca del pecado
que compartiremos con usted hoy.
1. Primero,
el pecado le llevará más lejos de lo que quiere ir.
2. Segundó,
el pecado lo mantendrá por más tiempo del que quiere quedarse 3.Y, Tercero, el
pecado le costará mucho más de lo que quiere pagar.
Nunca ha habido un fracasado tan grande como
Sansón, pero en su remordimiento, él empezó a pensar en el gran Dios que le
amaba. Y pensó en el hecho de que Dios siempre está dispuesto a perdonar. No
importa cuán grande, ni cuán horrible sea el pecado, Dios es mayor.
¿Tiene usted
algún pecado al que no quiere renunciar? ¿Quiere tener victoria? ¿Desea perdón?
Pídale a Dios que perdone su espíritu de rebeldía. Pídale fortaleza para
arrepentirse. Deje que su Santo Espíritu trabaje su convicción, y entonces busque
su perdón. Usted puede reconciliarse con Dios hoy. Hágalo ahora mismo.
INCLINE SU
ROSTRO DELANTE DE DIOS Y ACEPTE QUE USTED ES CULPABLE, NO SEA ORGULLOSO.
Santiago
4:10: “Humillaos delante del Señor y Él os exaltará.”
¿Alguna vez
se ha preguntado qué es la humildad? La verdadera humildad no es pensar
negativamente acerca de sí mismo. Es estar de acuerdo con lo que Dios dice
acerca de usted. La gracia de Dios exalta a una persona sin envanecerla, y
humilla a una persona sin rebajarla. Somos lo que somos por Cristo.
En esta
vida, usted no estará sin pecado, más cuando se encargue de éste, usted se
acercará a poder liberarse del pecado. Sin pecado no vivirá, pero sí sin culpa.
Si usted confiesa su pecado y ora a Dios pidiendo perdón, vivirá libre de
culpa.
¿Posee una
Biblia con concordancia? Haga un estudio acerca del tema de la humildad. Comience
con Filipenses 2:5-11.
EMPECEMOS
UNA NUEVA VIDA EN CRISTO.
“De modo que
si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
Durante el
otoño, el pastor Rogers y su esposa disfrutaban mirar la caída de las hojas,
puesto que tenían varios árboles en el patio trasero de su casa, pero hay
algunos árboles que mantienen sus hojas hasta la primavera. Sus hojas se secan
y se tornan cafés, pero no se desprenden de las ramas. Y en la primavera, estos
árboles pierden esas hojas, cuando las nuevas hojas reclaman su lugar. Eso es
exactamente lo que sucede con nuestros viejos hábitos y vida, cuando
encontramos al Señor Jesús. La nueva vida empuja hacia fuera a la vida antigua.
No es un asunto de ir arrancando hojas. La vida cristiana no se forja de esa
manera. Nuestra vida nueva reemplaza nuestra vida vieja, cuando nacemos de
nuevo.
¿Sabe usted
que es imposible vivir la vida cristiana? Quiero decir, es imposible vivir la
vida cristiana apartados del Espíritu Santo. Pídale a Dios que le muestre dónde
usted está tratando de vivir la vida cristiana en su propia fortaleza. Ruegue
Su perdón, y rinda su voluntad a Él, hoy.
RECUERDE QUE
LA SANGRE PRECIOSA DE JESÚS FUE DERRAMADO POR TODOS NUESTROS PECADOS.
¿LA ACPTARÁ,
O LA RECHASARÁ?
“Porque esto
es mi sangre del nuevo pacto, que por muchos es derramada para remisión de los
pecados” (Mateo 26:28).
En 1829,
George Wilson fue encontrado culpable de asesinato, y condenado a la pena de muerte.
Pero algunos amigos de Wilson solicitaron al entonces presidente Andrew Jackson
que le perdonara. Jackson otorgó el perdón, y el documento fue entregado en la
prisión a Wilson. Para sorpresa de todos, Wilson dijo: “Yo voy a ser colgado.”
Nunca antes nadie había rechazado el perdón, por lo tanto las Cortes de
justicia no sabían qué hacer. Las discusiones llegaron hasta la Corte Suprema,
y el Juez John Marshall dictaminó lo siguiente: “El perdón es un pedazo de
papel, el valor del cual depende de la aceptación por la persona implicada. Si
él no acepta el perdón, entonces debe ser ejecutado.”
Amigo (a),
Dios le ama y desea perdonarle, pero si usted le rechaza a Él y su perdón,
entonces morirá y se irá al infierno. Entréguese por completo a Él, y reciba hoy
mismo el regalo gratuito de Su perdón.
¿Se ha
arrepentido usted de sus pecados y creído en la obra expiatoria de Cristo, al
Él derramar su sangre en la cruz? El ser “bueno” no lo llevará al cielo,
solamente Jesús lo hará.
HOY ES EL
DÍA PARA ARREPENTIRNOS Y PEDIR PERDÓN A DIOS, MAÑANA NO.
“No te
jactes del día de mañana; porque no sabes qué dará de sí el día” (Proverbios
27:1).
Leí una
investigación realizada por el psicólogo William Morris, quien informa que el
94% de las 3.000 personas que entrevistó, estaban “soportando el día de hoy”, a
fin de poder llegar “a mañana”. ¿Conoce usted a alguien así? Tal vez usted
mismo es una de esas personas. Mañana saldrá de vacaciones. Mañana limpiará y
arreglará la casa. Mañana comenzará una nueva dieta. Mañana va a poner al día
su chequera. ¡Mañana, mañana, mañana! El único problema es que el mañana nunca
llega, porque cuando llega, entonces es hoy. Y hoy es el mañana que le preocupó
ayer. ¡Siempre es hoy!
¿Qué es lo
que le tiene preocupado? Es tiempo de pedir perdón a Dios, y entregarle sus
preocupaciones. Él está más que listo para manejarlas. La preocupación es el
cubrir con las nubes de mañana, el brillante sol de hoy. ¡No lo haga!
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