miércoles, 25 de julio de 2018

JESUCRISTO ES EL GRAN SUMO SACERDOTE SEGÚN EL ORDEN DE MELQUISEDEC


JESUCRISTO ES EL GRAN SUMO SACERDOTE SEGÚN EL ORDEN DE MELQUISEDEC.
CONSUMADO ES. TODA LA OBRA HA SIDO TERMINADA.
“Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo inclinado la cabeza, entregó el espíritu” (Juan 19:30).
En el Antiguo Testamento, el sacerdote entraba en el templo para ministrar, quemar incienso y ofrecer oraciones y sacrificios. Pero había una pieza del mobiliario que no estaba en el lugar Santísimo, y esa era la silla en la cual el sacerdote se sentaba. ¿Por qué? Porque su trabajo nunca se terminaba. No obstante, cuando Jesús inclinó su cabeza en la cruz y exclamó: “Consumado es”, terminó su labor de redención y se sentó a la diestra de Dios Padre. Las primeras palabras registradas del joven Jesús fueron: “¿No sabías que en los negocios de mi Padre me es necesario estar?” (Lucas 2:49). Y sus últimas palabras en la cruz fueron: “Consumado es” (Juan 19:30). Él se quedó hasta terminar el trabajo encomendado por su Padre. Nada de lo que usted haga puede añadir nada a su trabajo cumplido.  “Consumado es.” ¡Aleluya!
Adore a Dios cantando el himno “En el Monte Calvario”, letra de George Bennard.
NOSOTROS SOMOS UN SACRIFICIO VIVO PARA DIOS.
“Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional” - (Romanos 12:1).
En el Antiguo Testamento, el sacerdote ofrecía un animal, en sacrificio a Dios. ¿Qué es lo que los creyentes ofrecen hoy?
1. Romanos 12:1 nos dice que debemos ofrecer “nuestros cuerpos como sacrificios vivos”. Y en la misma forma como en los altares antiguos había dos ganchos para evitar que el sacrificio se resbalara del altar, nosotros tenemos dos ganchos que mantienen nuestros cuerpos ahí: disciplina y devoción.
 2. En el Antiguo Testamento, los sacerdotes quemaban incienso como una ofrenda fragante al Señor. ¿Qué es lo que hacemos nosotros hoy? Hebreos 13:15 dice que “debemos continuamente ofrecer sacrificio de alabanza”.
3. Nuestro incienso de alabanza debe salir de nuestro cuerpo, porque somos templos del Espíritu Santo. Primera Corintios 3:16: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?”
DISCIPLINA Y DEVOCIÓN COMO SACRIFICIO VIVO.
¿Está usted practicando la disciplina y devoción en forma íntima, como un sacrificio vivo para la gloria de Dios? Póngase usted mismo en el altar de Dios hoy, como sacrificio vivo. Pídale a Dios que le dé la fortaleza para ser 100% disciplinado, y devoto a su causa y para su gloria.
JESUCRISTO NOS LAVA Y NOS LIMPIA CON SU PRECIOSA SANGRE.
“Lávame más y más de mi maldad, y límpiame de mi pecado” (Salmos 51:2).
CINCO PASOS IMPORTANTES.
1. Antes de que el sacerdote pudiera entrar en el lugar Santísimo, tenía que detenerse en el lavabo y lavarse las manos y los pies. Él ya se había bañado desde la cabeza hasta los pies, pero el piso del tabernáculo era de tierra. Tampoco había utensilios, así que sus manos estaban sucias.
2. Esta preparación final antes de entrar en la presencia de Dios, era el despojarse de la contaminación del mundo, lavándose las manos y los pies. Cuando estamos en contacto con el mundo, estamos contaminados.
3. No necesitamos bañarnos completamente. Ya somos salvos. Pero cada día debemos pedir a Dios que mire nuestros corazones y nos limpie de nuestros pecados.
4. ¿No sería maravilloso si cada uno de nosotros viniera a la presencia del Señor con la seriedad con que lo hacían los sacerdotes en el Antiguo Testamento? ¡Deberíamos!
5. ¿Se ha acercado usted al lavabo esta mañana? Si no lo ha hecho, arrodíllese delante de Dios ahora mismo, y haga del Salmo 139:23 y 24 su oración. Dios está esperando para perdonarle: “Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos; y ve si hay en mí camino de perversidad, y guíame en el camino eterno.”
JESUCRISTO ES EL GRAN SUMO SACERDOTE SEGÚN EL ORDEN DE MELQUISEDEC.
“La cual tenemos como segura y firme ancla del alma, y que penetra hasta dentro del velo, donde Jesús entró por nosotros como precursor, hecho Sumo Sacerdote para siempre según el orden de Melquisedec” (Hebreos 6:19-20).
LAS TRES PARTES DEL TEMPLO.
El templo del Antiguo Testamento tenía tres partes:
1. El Atrio Exterior.
2. El Atrio de Adentro.
3. Y El Atrio Interno.
Este Patio más íntimo era llamado “El Lugar Santísimo”, y únicamente los sacerdotes podían entrar allí. Una vez al año, el Sumo Sacerdote entraba en el lugar Santísimo para hacer expiación por el pueblo. Levantaba una esquina del pesado velo que separaba el lugar Santísimo, y entraba para rociar con sangre el Propiciatorio. Si alguien entraba a ese lugar sin la sangre, moría súbitamente.
 Cuando el Velo del Templo se rompió al morir Jesús, se rasgó de arriba hacia abajo, para que nadie pensara que alguna persona lo hizo. Dios lo hizo. Con su muerte, Jesús estaba diciendo que ya no eran necesarios más sacrificios de animales. Ahora, cada creyente puede entrar en El Lugar Santísimo.
¿Ha estado usted hoy allí? Es tiempo de entrar y alabar a Dios por haber enviado a su Hijo para que sea la expiación de sus pecados.
 Es tiempo de arrodillarse delante de Su propiciatorio y agradecerle por Su gracia para con usted, que le ha salvado de la eterna separación de la presencia de Dios.
LA GRAN NOTICIA, LA MEJOR, ES QUE USTED ES BENDECIDO POR DIOS Y QUE AHORA NO DEBE TENER NINGÚN TEMOR.
“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Efesios 1:3).
¿Sabía que el temor puede hacer que usted olvide cosas? No hablamos de olvidar un número telefónico o el nombre de una persona, aunque eso puede suceder también. Más bien nos referimos al temor que causa que usted se olvide de las bendiciones, del ungimiento, del poder de Dios, y de todas las posesiones que usted tiene porque ya es salvo.
Le sucedió a Timoteo, quien fue poderosamente dotado por Dios para el ministerio que Él mismo le había dado, y sin embargo, en medio del temor, se olvidó de esto, y Pablo tuvo que recordárselo (vea 2 Timoteo 1:6-9).
1:6 Por lo cual te aconsejo que avives el fuego del don de Dios que está en ti por la imposición de mis manos.
1:7 Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio.
1:8 Por tanto, no te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor, ni de mí, preso suyo, sino participa de las aflicciones por el evangelio según el poder de Dios,
1:9 quien nos salvó y llamó con llamamiento santo, no conforme a nuestras obras, sino según el propósito suyo y la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús antes de los tiempos de los siglos,
Timoteo había apartado sus ojos de Dios, y se enfocó en el temor tanto, que no podía ver nada más.
FUERA EL TEMOR, EN EL AMOR NO HAY TEMOR, PORQUE DIOS HECHA FUERA EL TEMOR.PORQUE DIOS ES AMOR.
Permítanos decirle algo:
 1. Usted ha sido tremendamente bendecido.
2. Pero si usted tiene su mente turbada por el temor, entonces no podrá ver sus bendiciones en Cristo.
3. El temor expulsará cada rayo de luz de su alma, diluirá el azul de su cielo, y sacará el gozo de su vida.
4. Es tiempo de despertar y contar sus bendiciones. Pablo nos dice que los creyentes son bendecidos con toda bendición espiritual.
5. Amigo (a), es tiempo de reclamar lo que ya tiene en Cristo.
 Invierta unos minutos repasando el alfabeto y agradeciendo a Dios por algo que comience con cada letra. Por ejemplo: el Amor de Dios; la Belleza del Creador; el Consuelo del Espíritu Santo; la Dádiva de su gracia, etc.





No hay comentarios:

Publicar un comentario