EL SOBERANO
DIOS ES JEHOVÁ BENDITO POR LOS SIGLOS.
“Porque yo
sé que Jehová es grande; y el Señor nuestro mayor que todos los dioses. Todo lo
que Jehová quiere, lo hace. En los cielos y en la tierra, en todos los mares y
en todos los abismos” (Sal. 135:5-6).
Dios es
soberano en la vida del creyente ¡Que gloriosa bendición! “Con todo, yo siempre
estuve contigo; me tomaste de la mano derecha; me has guiado según tu consejo,
y después me recibirás en gloria ¿A quién tengo yo en los cielos sino a ti? Y
fuera de ti nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón desfallecen; más la
roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre” (Sal. 73:23-26).
Controla nuestra vida y conduce todo para
nuestro bien (Ro. 8:28).
Las dificultades más grandes y las pruebas más
profundas están bajo Su soberanía. No nos salvó para el sufrimiento, de modo
que cuando éste se produce es con el propósito de fortalecer nuestra fe. Nos
conduce por sendas estrechas para que aprendamos a depender de Él. La razón de
no entender el porqué de las cosas obedece a nuestra limitación: “Porque mis
pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos,
dijo Jehová. Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos
más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros
pensamientos” (Is. 56:8-9).
La soberanía
produce cambios en la oración. Debemos orar sabiendo que nuestras peticiones,
por grandes que sean, son nada para Él y que nada es imposible a Su soberanía
(Lc. 1:37). Debo llevarle mis cargas y entender que cuanto pueda estar pasando
no escapa del conocimiento de mi Dios y se produce dentro de Su soberanía.
La mejor oración en medio del conflicto son
las palabras del Señor: “Si, Padre, porque así te agradó” (Mt. 11:26). Descansa
ahora, alma mía, en Su soberanía y sigue el camino con los ojos puestos en Él.
Autor Pastor Samuel Pérez Millos.
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