martes, 5 de abril de 2016

ALELUYA QUE ALEGRÍA JESÚS RESUCITÓ GLORIA A DIOS.

ALELUYA QUE ALEGRÍA JESÚS RESUCITÓ GLORIA  A  DIOS.
“Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva” - (Romanos 6:4).
Cuando Jesucristo murió, Él no sólo murió por nosotros, sino que nosotros también morimos con Él. Quizás usted diga: “Bueno, ¿qué diferencia tiene que Él haya muerto por mí o que yo haya muerto con Él? Es simplemente un juego de palabras. ”¡De ninguna manera! Cuando usted está muerto, la muerte no tiene dominio sobre usted. No se puede matar a un hombre que ya está muerto. Supongamos un hombre es ejecutado por cometer un crimen de pena de muerte, no obstante, de alguna forma él resucita. ¿Cree que él puede ser arrestado nuevamente por su crimen? Rotundamente no. Eso sería doble castigo. Él ya pagó la sentencia de su crimen. Es necesario que usted entienda que cuando Jesús murió, usted murió, y ¡la ley no posee más poder sobre usted! La sentencia de su pecado fue totalmente pagada porque Él murió por usted. Usted murió con Él.
Encuentre a alguien hoy y cuéntele las mejores nuevas que jamás nunca se han contado. Jesús recibió la ira de Dios. Él murió para que ella o él puedan vivir. ¡Vaya, compártalo!
“Y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre” (Filipenses 2:11).
Los capítulos 4 y 5 de Marcos nos dan una maravillosa ilustración de todas las cosas que Dios ha puesto bajo la autoridad del Señor Jesucristo. Encontramos a Cristo calmando la tormenta (Marcos 4:35-41), lo cual nos dice que Jesús es el Señor sobre los desastres; lo vemos sanando a un hombre endemoniado (Marcos 5:1-20), lo cual significa que tiene autoridad sobre los demonios. Luego Jesús sana a una mujer que por doce años había padecido de un flujo de sangre (Marcos 5:24-34), así que aún las enfermedades están bajo su dominio. La ilustración final en estos capítulos sobre la autoridad de Jesús, es cuando resucitó a la hija de Jairo (Marcos 5:38-43). Sobre lo que quiera que sea: desastres, demonios, enfermedades y aún la muerte, ¡Jesucristo es Señor!
¿Está usted, o alguien en su familia, sufriendo? Proclame a Jesucristo como Señor sobre ese problema. Pregunte a Dios qué debe hacer usted, confíe en que Él proveerá, y por fe, crea que Él le ayudará en todas sus necesidades.
Jesús tiene una vida que la tumba no pudo retener. Aun cuando Él llevó sus pecados al sepulcro y los dejó allí, ¡Jesús salió de aquella tumba vivo, resucitado y victorioso! Cuando Jesús resucitó, usted resucitó con Él. Los creyentes no son simplemente buenas personas, son nuevas criaturas. Tenemos el mismo poder que resucitó a Jesucristo de entre los muertos. Hemos salido del sepulcro de la vieja vida. Nuestro viejo amo NO tiene ya ningún poder sobre nosotros. La vieja deuda NO tiene ninguna otra multa que nosotros tengamos que pagar.
Cuando Jesús salió de aquella tumba, nosotros salimos con Él y hemos sido resucitados para andar en vida nueva.
¿Anda usted con la ropa fúnebre de su vieja vida? ¡Quíteselas, mi amigo (a)! ¡Jesús vino a darle nueva vida! ¡Crea que usted es ahora una nueva creación en Cristo!
Mateo 28:6: “No está aquí, pues ha resucitado.”
Es una verdad perturbadora que Jesucristo literalmente salió de la tumba. Usted no puede permanecer neutro acerca de la resurrección. Si es una persona que piensa, va a tener que enfrentar el hecho de la resurrección: ¿es ésta verdad o no? ¿Salió Jesús de aquel sepulcro o no? ¿Qué posición tomará?
Usted no puede simplemente decir: “Realmente no tiene importancia. Simplemente pongamos nuestros brazos alrededor de todos. Todos creemos lo mismo.”
¡No, no, no! Cuando usted defiende la verdad, tendrá una colisión frontal con las tinieblas que no quieren que la luz brille en ellas.
 Ore por aquellos que están en el ministerio de tiempo completo proclamado la verdad a un mundo perdido. ¡Ore por la protección de Dios sobre ellos cuando van a la línea de fuego y pelean por las almas!
Juan 14:2: “Voy, pues, a preparar lugar para vosotros.”
¿Cree usted que existe una morada en los cielos que le espera? ¡Sí la hay! Porque Jesús no puede mentir. Él es la verdad encarnada. Él siempre dijo la verdad y nos afirmó: “Si así no fuera, Yo os lo hubiera dicho.” El Señor Jesús no dejaría que la esperanza del cielo palpite en su corazón si fuera simplemente una mentira, una superstición o una tierna ilusión. El cielo no es simplemente un estado de ánimo, ni una condición. Es un lugar tan real que Jesús está allí literalmente en un cuerpo resucitado. Hay un cuerpo en ese lugar llamado cielo. Éste es el cuerpo resucitado de Cristo. El cielo es un lugar en el mapa de Dios.
¿Anhela la casa de sus sueños? Si nunca ha pensado en lo que podría ser la casa perfecta para usted, piense en su hogar celestial. ¡Nada podría ser más perfecto!
Romanos 6:4: “Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en vida nueva.”
El Pastor Rogers estaba en un aeropuerto un día buscando algo que hacer para pasar el tiempo. Vio un juego de motocicleta de realidad virtual. Se sentó y se puso el cinturón de seguridad siguiendo las instrucciones. La pantalla se encendió y no lo podía creer. Sintió que de verdad estaba manejando una motocicleta cuando en realidad ¡tan sólo estaba sentado en una habitación!
A veces nuestra mente nos dice que algo es cierto cuando no lo es. En otras ocasiones, cuando algo es verdadero, fallamos al no creer que lo es.
¡Cuán importante es que nos enfoquemos en la verdad! Cristo murió por usted. Él vive para usted. Usted murió con Él. Usted vive para Él. Día a día usted debe tomar estos hechos y convertirlos en fe.
Dígase esta verdad el día de hoy. Escríbala. ¡Manténgala a su alrededor!
Primera Corintios 15: 27: “Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies.”
¡Alabe al Señor! ¡La historia tiene un final feliz! ¡Él ha resucitado! Jesús está sentado a la diestra de Dios en este mismo momento, intercediendo por nosotros (Romanos 8:33- 35). Y sus oraciones son siempre contestadas. Cuando los problemas de su vida estén más allá de su control, recuerde que éstos están bajo los pies de Cristo. ¿Dónde está el Señor? Está en los cielos, intercediendo por usted. ¿Dónde están sus dificultades? Están sujetas debajo de los pies del Señor Jesucristo. ¡Él está vivo y pronto regresará por usted!
¿Conoce a alguien que esté pasando pesares? Escríbale una nota de ánimo y utilice Romanos 8:34 con un versículo de esperanza.
8:33 ¿Quién acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
8:34 ¿Quién es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó, el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
8:35 ¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Efesios 2:6: “Y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús.”
¿Ha notado alguna vez que en muchas ocasiones compramos cosas que no necesitamos, con dinero que no tenemos, para impresionar a personas que ni siquiera nos caen bien? Tratamos de estar a la altura de los burgueses, pero cuando finalmente los alcanzamos, ¡ellos sacan otro préstamo!
Permítanos aconsejarle cómo escapar de esa rutina de comparaciones y pasar al camino de la serenidad. Usted está aceptado con Cristo en este momento. Dios no le cambia para poder amarle: ¡Él le ama para poder cambiarle! Dios le ama tanto como Él ama a Jesús. Usted está con Cristo, ¿y dónde está Él? Sentado en los lugares celestiales. Usted también está sentado en esos lugares celestiales, aunque todavía tenga su dirección en el planeta Tierra. Usted está entronado con Él.
¿Cuándo fue la última vez que usted se comparó con otra persona? Es tiempo de desatarse del yugo de la comparación y ¡ser libre como todo un hijo (a) del Rey!
Salmos 25:2: “Dios mío, en Ti confío; no sea yo avergonzado, no se alegren de mí mis enemigos.”
¿Ha notado que ciertas personas se avergüenzan en los restaurantes si inclina su rostro y menciona a Jesucristo al dar gracias por la comida? Ellos se frotan la frente o acomodan sus cejas. ¿Alguna vez se ha preguntado por qué se avergüenzan? Creemos que es porque no saben lo que se están perdiendo al no conocer a Jesucristo. Verá, la salvación es un regalo grandioso. Dios mandó a su Hijo a morir por nosotros. Él resucitó de entre los muertos por nosotros. Él ascendió al cielo por nosotros. ¡Él regresará por nosotros! ¿Cómo podemos avergonzarnos de esto?
La próxima vez que vaya a un restaurante, permita que su oración por los alimentos sea una oportunidad para evangelizar a su amigo no creyente.
Primera Corintios 15:55: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?”
Harry Houdini era un maestro del escape. La gente probó todo tipo de formas de encerrarlo bajo llave. Lo enterraban en un ataúd, pero él se salía. Lo cosían en sacos de lona y lo lanzaban al río, pero se escapaba. Su biógrafo dijo que él podía escapar de todo, excepto de su memoria. No obstante, llegó el día cuando Harry Houdini murió y él no escapó. No hubo ningún truco allí. Harry Houdini no escapó las garras de hierro de la muerte. Mas deseo decirle que hubo otro que murió. Su nombre es JESÚS, y Él llevó acabo el gran escape. JESÚS SALIÓ DE AQUELLA TUMBA, ÉL RESUCITÓ. ¡Gloria a Dios, JESÚS está VIVO!
¿Quién en su círculo de amigos no conoce a Jesús? Ore ahora mismo por ellos, que escuchen las Buenas Nuevas, se arrepientan y crean de todo corazón en Jesús como Señor y Salvador.
Filipenses 3:10: “A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de sus padecimientos, llegando a ser semejante a Él en su muerte.”
Un día el pastor Rogers fue con un amigo a visitar a un hombre de negocios. Este apreciado amigo y varón de Dios empezó compartiendo su testimonio de cómo el Señor lo había salvado. Luego añadió algo que le dejó atónito, boquiabierto. Él dijo: “Yo solía creer que Jesucristo murió en la cruz, que fue sepultado y que resucitó de entre los muertos. Pero ya no creo eso.” El pastor Rogers estaba estupefacto. Después con una sonrisa en su rostro, explicó: “Sí, ya no creo eso. Ahora lo sé.”
¡Qué cambio de parecer! Pasar de creer a conocer al Salvador. ¡Qué revelación y transformación más gloriosa!
Colosenses 3:1: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios.”
Primera Pedro 2:11 dice que somos “extranjeros y peregrinos” en este mundo. Estamos en el mundo, pero no somos del mundo. Los creyentes hemos nacidos dos veces en un mundo de personas nacidas sólo una vez. Y en la mayoría de las circunstancias nos encontraremos nadando contra la corriente. Es como un buceador de aguas profundas que está sumergido y fuera de su medio ambiente natural. Él no podría sobrevivir si no estuviera conectado a su fuente de vida en la superficie. Nosotros necesitamos vivir de esa forma. Si vamos a sobrevivir, necesitamos permanecer conectados a Jesús quien es nuestra fuente de vida. Por ello, la Biblia nos enfatiza que no pongamos nuestra mirada en las cosas de abajo, sino en “las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios”.
Es tiempo de revisar su salvavidas... ¿está confiando en algo mundano? ¿Está desarrollando amistades con las cosas de este mundo?
Mateo 1:21: “Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados.”
¿Somos los creyentes ingenuos por creer en Jesús? ¿Estamos sirviendo a un Dios falso? Si usted va a la tumba de Confucio, encontrará que está ocupada. Si va a la tumba de Buda, encontrará que está ocupada. Si va a la tumba de Jesús, usted la encontrará vacía. Él es un Salvador resucitado. Eso es importantísimo, porque usted puede sacar a Confucio del confucionismo y aún tener el confucionismo. Puede sacar a Buda del budismo y todavía tener el budismo. Pero usted no puede sacar a Jesucristo del cristianismo y aún tener el cristianismo, porque el cristianismo no es un código, no es un credo, no es una causa. Es el mismo Cristo.
Usted tiene una esperanza que el mundo necesita escuchar. ¿Con quién puede compartir esa esperanza hoy?
“Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree” (Romanos 10:4).
El mundo piensa que pecado es ser malo y que ser justo es ser bueno. Dicen: “Si es que soy una buena persona, entonces iré al cielo.” Para ellos, Dios es como Papá Noel, que hace una lista y la revisa dos veces para determinar si hemos sido buenos o malos. Eso no es así. La justicia yace sólo en el Señor Jesucristo. Él dejó el cielo, vino a la tierra, vivió una vida justa y perfecta. Luego sufrió, derramó su sangre y murió en una cruz como expiación o sacrificio por nuestros pecados: Fue sepultado y resucitó por el poder de Dios, y ascendió a la gloria. Su sangre fue aplicada al propiciatorio de Dios: eso es justicia. Gálatas 2:21 nos dice: “[…] si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo.” ¿Sabe lo que eso significa? Si usted pudiera salvarse siendo bueno, entonces el Calvario fue un error. Si hubiera habido otra manera de que usted se salve, Dios no hubiera dejado que su Hijo muriera sobre una cruz.
En este día de Navidad, ¿cómo ve usted  a Dios? ¿Es Él su Papá Noel, asegurándose si se portó bien o mal? ¿Es Él su mayordomo, cumpliendo cada uno de sus deseos y caprichos? ¿O es Él el Altísimo y exaltado Rey de reyes, el Todopoderoso Padre Eterno?
“Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro” - (Romanos 6:23).
“En Cristo” es una pequeña frase, pero es la llave que abre la puerta del más grande tesoro jamás conocido. Verá, todo lo que le sucedió a Cristo, le sucedió a usted también.  Cuando Él fue crucificado, usted fue crucificado; cuando lo enterraron, usted asimismo fue enterrado, y cuando Él resucitó, usted igualmente resucitó, porque Cristo actuó por usted.  “Más por Él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención” (1 Corintios 1:30).
Un hombre nunca estará totalmente seguro, hasta que esté en Cristo. Alguien pregunta: “¿Qué, si pierde la salvación?” Eso no le puede pasar a alguien que está en Cristo. No sólo Él nos sostiene, sino que “estamos en Él.” La seguridad no está en lugar llamado “cielo”, sino en una persona llamada “Jesús.”
Hoy deseo que usted comparta Romanos 6:23 con cinco personas. Comience orando ahora mismo para que Dios le muestre quiénes son esas personas, y pídale que le dé la valentía para compartir. Puede escribir romanos 6:23 en una pequeña tarjeta y antes de dárselas, usted podría decirles: “Me gustaría darle un regalo.
“Sabiendo que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se enseñorea más de Él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas; más en cuanto vive, para Dios vive” - (Romanos 6:9-10).
La mejor noticia que este mundo ha escuchado, procede de una tumba en las afueras de Jerusalén. “¡Ha resucitado!” En ese día, la vida y la muerte se enfrentaron en esa tumba en mortal combate. Ganó la vida. Murió la muerte. Jesús murió la muerte de deuda. En esa tumba, Jesús ganó la victoria sobre la muerte. No existe más verdad infinita que ésta: Jesucristo fue resucitado de la muerte. Esa es la verdad que la ciencia no puede explicar, la historia no puede repetir, y el tiempo no la puede erosionar. Es la verdad de todas las verdades. Es la verdad que prueba que Jesús es el Hijo de Dios. Alguien dijo: “Si Jesucristo está aún en la tumba, nada importa. Más si Él salió de la tumba, nada sino sólo eso importa.”
¿A quién le va a comunicar usted hoy que Jesucristo está vivo y que ha pagado la deuda por sus pecados? Pídale a Dios que le guíe hacia alguien y que le dé la valentía para compartir esta Verdad que cambia vidas.
“Y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1 Corintios 15:4).
Una de las más grandes bendiciones en la Biblia pasa frecuentemente inapercibida entre creyentes. ¡Es la sepultura de Jesucristo! Me escuchó bien, la sepultura de Jesús es una bendición para usted. Porque no sólo murió usted con Él, sino que ha sido sepultado con Él. En tiempos bíblicos cuando la gente judía fallecía, eran inmediatamente embalsamados con aceites especiales y envueltos en lino. El cuerpo era ocultado y sepultado en una tumba. Eso es lo que Jesús ha hecho con su cuerpo viejo del pecado. No sólo ha sido usted crucificado con Cristo, sino también ha sido sepultado con Cristo. ¿Por qué el énfasis? Para que usted nos sea acosado por el fantasma de la culpabilidad. El diablo tratará de recordarle lo que usted fue. No se lo permita. No ande merodeando entre los huesos muertos de su vida vieja. ¡Ésta desapareció por la gracia de Dios!
¿Los demonios del infierno le acosan con acusaciones de culpabilidad de pecados pasados? Es hora de hacerlos correr de regreso a su fosa. ¿Cómo lo hace? ¡Con la Palabra! Si usted es acusado de algo ahora mismo y sabe que lo ha confesado, se ha arrepentido y le ha rogado a Dios perdón, apodérese de la autoridad que Dios le dio y declárele a esos demonios su Palabra: 1 Timoteo 1:12-14 y Romanos 8:1.
“Y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares celestiales con Cristo Jesús” - (Efesios 2:6).
¿Por qué la tumba vacía es tan gloriosa? Porque significa mucho más que sólo el hecho de que Dios levantó a Jesús de entre los muertos. Él lo ha levantado a usted también, para que camine “en novedad de vida” (ver Romanos 6:4). Yo he salido de esa tumba. He ascendido. Y usted también, si es que es salvo. ¿Dónde está Cristo hoy? “Sentado en las lugares celestiales.” ¿Dónde está usted sentado? En el mismo lugar. Usted no tiene que morir para ir al cielo. En Cristo usted “está sentado en lugares celestiales “¡ahora mismo!” Animamos a nuestros hermanos y hermanas a que se mantengan “mirando hacia arriba”, cuando deberíamos estar diciéndoles que “miren hacia abajo”. Usted ya está sentado en los lugares celestiales, y puede mirar sus problemas allá abajo. Usted, mi querido amigo, ¡tiene una nueva y gloriosa vida!
Aquiétese por un momento y pídale a Dios que le dé una vida completamente nueva, o agradézcale por la vida nueva que ya la ha dado.
JESÚS EL CORDERO- REY: TU MENTOR.
Porque el Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará
a fuentes de aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos.    – Ap. 7:17.
Me pregunto.  ¿En verdad entiendes Quién es el que te guiará y será tu mentor el día de hoy -- si se lo permites?  Jesús no es algún remoto dios, que no conoce dónde vives.  Que no conoce tu dolor.  Que no conoce los retos increíbles que enfrentas.
Amor y autoridad mientras lees esto.  Pero, también es un Cordero, para siempre.  Él se convirtió en uno de nosotros.  Uno con nosotros.  ¡Alguien justo como nosotros!  Él caminó en tus pisadas.  En mis pisadas.  Y ahora mismo Él está junto a ti, listo para alcanzarte, orientarte, guiarte y ayudarte a través de cada decisión difícil que tu debas tomar hoy.  ¡Quiero que entiendas quién es tu Pastor!  En Él están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Col. 2:3).
Así que mientras guíes a tu rebaño esta semana, escúchalo a Él.  Aprende de Él.  Ya sea que pastorees a tu familia, a un grupo pequeño, a una clase de escuela dominical, o a toda una congregación, permite que esta imagen de Jesús, tu Cordero-Rey te moldee y forme la manera en que pastoreas a otros.
Como un rey, un buen pastor guía en sabiduría, bondad, amabilidad y honestidad.  Pero como un cordero, él sabe que debe seguir.  La gente te seguirá sólo si ellos saben que tú estás siguiendo a Jesús.  Si no estás escuchando, si no eres sumiso y obediente y te quebrantas ante Jesús, nunca experimentarás un rebaño que se someterá a tu liderazgo.
Como un rey, un buen pastor alimenta a su rebaño.  Pero como un cordero, él sabe qué tan desesperadamente él necesita ser alimentado.  Si no tienes hambre de Dios, no puedes esperar que tu pueblo tenga hambre de Dios.  Tu pueblo conoce si estás viniendo a Jesús y su Palabra para una alimentación diaria.  ¿Cómo puedes esperar tener comida fresca para los demás; si tú mismo estás desnutrido y raquítico espiritualmente?  El clamor diario de cada pastor exitoso es este:  Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía (Sal. 42:1).
Como un rey, un buen pastor ejerce autoridad.  Y aun así él nunca es autoritario.  Nunca usa su autoridad para su propio beneficio.  ¡No!  Como un cordero es tierno, gentil, vulnerable, puro, calmado y manso.  Un buen pastor siempre se responsabiliza por su rebaño.  Nunca tiene miedo de tomar decisiones difíciles, para el crecimiento y madurez de las ovejas que dependen de sabias decisiones.  Pero también sabe qué tan débil es él.  Sabe que si él quiere tener éxito, debe depender de Jesús.  Como Jesús, él es movido a las lágrimas, pues siente el dolor de su rebaño.  Él sufrirá, justo como un cordero.  Y como su Maestro, un buen pastor conoce que debe dar su vida por los demás.  Su vida no es suya propia.  Él debe renunciar a sus propias necesidades y deseos, de modo que su rebaño crezca y se reproduzca.
No es fácil ser un buen pastor.  Jesús nunca prometió que sería fácil.  Pero lo que sí prometió es que Él siempre estaría con nosotros.  Y hoy Él te está diciendo, “Obsérvame.  Soy un rey-líder.  Pero nunca usé mi posición para mi propio placer, para mi propio beneficio.  Soy un cordero sacrificado.  Entrego mi vida por ti.  Así que te he dado este trabajo privilegiado y debes hacer lo mismo.  Humíllate ante mí, y te exaltaré.  Vive en una callada dependencia de mí.  Puesto que fuera de mí nada puedes hacer (Juan 15:5).”
. . . puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe,
el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio,

Y se sentó a la diestra del trono de Dios (He. 12:2).

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