ALELUYA QUE
ALEGRÍA JESÚS RESUCITÓ GLORIA A DIOS.
“Porque
somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin de que
como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva” - (Romanos 6:4).
Cuando
Jesucristo murió, Él no sólo murió por nosotros, sino que nosotros también
morimos con Él. Quizás usted diga: “Bueno, ¿qué diferencia tiene que Él haya
muerto por mí o que yo haya muerto con Él? Es simplemente un juego de palabras.
”¡De ninguna manera! Cuando usted está muerto, la muerte no tiene dominio sobre
usted. No se puede matar a un hombre que ya está muerto. Supongamos un hombre
es ejecutado por cometer un crimen de pena de muerte, no obstante, de alguna
forma él resucita. ¿Cree que él puede ser arrestado nuevamente por su crimen?
Rotundamente no. Eso sería doble castigo. Él ya pagó la sentencia de su crimen.
Es necesario que usted entienda que cuando Jesús murió, usted murió, y ¡la ley
no posee más poder sobre usted! La sentencia de su pecado fue totalmente pagada
porque Él murió por usted. Usted murió con Él.
Encuentre a
alguien hoy y cuéntele las mejores nuevas que jamás nunca se han contado. Jesús
recibió la ira de Dios. Él murió para que ella o él puedan vivir. ¡Vaya,
compártalo!
“Y toda
lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”
(Filipenses 2:11).
Los
capítulos 4 y 5 de Marcos nos dan una maravillosa ilustración de todas las
cosas que Dios ha puesto bajo la autoridad del Señor Jesucristo. Encontramos a
Cristo calmando la tormenta (Marcos 4:35-41), lo cual nos dice que Jesús es el
Señor sobre los desastres; lo vemos sanando a un hombre endemoniado (Marcos
5:1-20), lo cual significa que tiene autoridad sobre los demonios. Luego Jesús
sana a una mujer que por doce años había padecido de un flujo de sangre (Marcos
5:24-34), así que aún las enfermedades están bajo su dominio. La ilustración
final en estos capítulos sobre la autoridad de Jesús, es cuando resucitó a la
hija de Jairo (Marcos 5:38-43). Sobre lo que quiera que sea: desastres,
demonios, enfermedades y aún la muerte, ¡Jesucristo es Señor!
¿Está usted,
o alguien en su familia, sufriendo? Proclame a Jesucristo como Señor sobre ese
problema. Pregunte a Dios qué debe hacer usted, confíe en que Él proveerá, y
por fe, crea que Él le ayudará en todas sus necesidades.
Jesús tiene
una vida que la tumba no pudo retener. Aun cuando Él llevó sus pecados al
sepulcro y los dejó allí, ¡Jesús salió de aquella tumba vivo, resucitado y
victorioso! Cuando Jesús resucitó, usted resucitó con Él. Los creyentes no son
simplemente buenas personas, son nuevas criaturas. Tenemos el mismo poder que
resucitó a Jesucristo de entre los muertos. Hemos salido del sepulcro de la
vieja vida. Nuestro viejo amo NO tiene ya ningún poder sobre nosotros. La vieja
deuda NO tiene ninguna otra multa que nosotros tengamos que pagar.
Cuando Jesús
salió de aquella tumba, nosotros salimos con Él y hemos sido resucitados para
andar en vida nueva.
¿Anda usted
con la ropa fúnebre de su vieja vida? ¡Quíteselas, mi amigo (a)! ¡Jesús vino a
darle nueva vida! ¡Crea que usted es ahora una nueva creación en Cristo!
Mateo 28:6:
“No está aquí, pues ha resucitado.”
Es una
verdad perturbadora que Jesucristo literalmente salió de la tumba. Usted no
puede permanecer neutro acerca de la resurrección. Si es una persona que
piensa, va a tener que enfrentar el hecho de la resurrección: ¿es ésta verdad o
no? ¿Salió Jesús de aquel sepulcro o no? ¿Qué posición tomará?
Usted no
puede simplemente decir: “Realmente no tiene importancia. Simplemente pongamos
nuestros brazos alrededor de todos. Todos creemos lo mismo.”
¡No, no, no!
Cuando usted defiende la verdad, tendrá una colisión frontal con las tinieblas
que no quieren que la luz brille en ellas.
Ore por aquellos que están en el
ministerio de tiempo completo proclamado la verdad a un mundo perdido. ¡Ore por
la protección de Dios sobre ellos cuando van a la línea de fuego y pelean por
las almas!
Juan 14:2:
“Voy, pues, a preparar lugar para vosotros.”
¿Cree usted
que existe una morada en los cielos que le espera? ¡Sí la hay! Porque Jesús no
puede mentir. Él es la verdad encarnada. Él siempre dijo la verdad y nos
afirmó: “Si así no fuera, Yo os lo hubiera dicho.” El Señor Jesús no dejaría
que la esperanza del cielo palpite en su corazón si fuera simplemente una
mentira, una superstición o una tierna ilusión. El cielo no es simplemente un
estado de ánimo, ni una condición. Es un lugar tan real que Jesús está allí
literalmente en un cuerpo resucitado. Hay un cuerpo en ese lugar llamado cielo.
Éste es el cuerpo resucitado de Cristo. El cielo es un lugar en el mapa de
Dios.
¿Anhela la
casa de sus sueños? Si nunca ha pensado en lo que podría ser la casa perfecta
para usted, piense en su hogar celestial. ¡Nada podría ser más perfecto!
Romanos 6:4:
“Porque somos sepultados juntamente con Él para muerte por el bautismo, a fin
de que como Cristo resucitó de los muertos por la gloria del Padre, así también
nosotros andemos en vida nueva.”
El Pastor
Rogers estaba en un aeropuerto un día buscando algo que hacer para pasar el
tiempo. Vio un juego de motocicleta de realidad virtual. Se sentó y se puso el
cinturón de seguridad siguiendo las instrucciones. La pantalla se encendió y no
lo podía creer. Sintió que de verdad estaba manejando una motocicleta cuando en
realidad ¡tan sólo estaba sentado en una habitación!
A veces
nuestra mente nos dice que algo es cierto cuando no lo es. En otras ocasiones,
cuando algo es verdadero, fallamos al no creer que lo es.
¡Cuán
importante es que nos enfoquemos en la verdad! Cristo murió por usted. Él vive
para usted. Usted murió con Él. Usted vive para Él. Día a día usted debe tomar
estos hechos y convertirlos en fe.
Dígase esta
verdad el día de hoy. Escríbala. ¡Manténgala a su alrededor!
Primera
Corintios 15: 27: “Porque todas las cosas las sujetó debajo de sus pies.”
¡Alabe al
Señor! ¡La historia tiene un final feliz! ¡Él ha resucitado! Jesús está sentado
a la diestra de Dios en este mismo momento, intercediendo por nosotros (Romanos
8:33- 35). Y sus oraciones son siempre contestadas. Cuando los problemas de su
vida estén más allá de su control, recuerde que éstos están bajo los pies de
Cristo. ¿Dónde está el Señor? Está en los cielos, intercediendo por usted.
¿Dónde están sus dificultades? Están sujetas debajo de los pies del Señor
Jesucristo. ¡Él está vivo y pronto regresará por usted!
¿Conoce a
alguien que esté pasando pesares? Escríbale una nota de ánimo y utilice Romanos
8:34 con un versículo de esperanza.
8:33 ¿Quién
acusará a los escogidos de Dios? Dios es el que justifica.
8:34 ¿Quién
es el que condenará? Cristo es el que murió; más aun, el que también resucitó,
el que además está a la diestra de Dios, el que también intercede por nosotros.
8:35 ¿Quién
nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o
hambre, o desnudez, o peligro, o espada?
Efesios 2:6:
“Y juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús.”
¿Ha notado
alguna vez que en muchas ocasiones compramos cosas que no necesitamos, con
dinero que no tenemos, para impresionar a personas que ni siquiera nos caen
bien? Tratamos de estar a la altura de los burgueses, pero cuando finalmente
los alcanzamos, ¡ellos sacan otro préstamo!
Permítanos
aconsejarle cómo escapar de esa rutina de comparaciones y pasar al camino de la
serenidad. Usted está aceptado con Cristo en este momento. Dios no le cambia
para poder amarle: ¡Él le ama para poder cambiarle! Dios le ama tanto como Él
ama a Jesús. Usted está con Cristo, ¿y dónde está Él? Sentado en los lugares
celestiales. Usted también está sentado en esos lugares celestiales, aunque
todavía tenga su dirección en el planeta Tierra. Usted está entronado con Él.
¿Cuándo fue
la última vez que usted se comparó con otra persona? Es tiempo de desatarse del
yugo de la comparación y ¡ser libre como todo un hijo (a) del Rey!
Salmos 25:2:
“Dios mío, en Ti confío; no sea yo avergonzado, no se alegren de mí mis
enemigos.”
¿Ha notado
que ciertas personas se avergüenzan en los restaurantes si inclina su rostro y
menciona a Jesucristo al dar gracias por la comida? Ellos se frotan la frente o
acomodan sus cejas. ¿Alguna vez se ha preguntado por qué se avergüenzan?
Creemos que es porque no saben lo que se están perdiendo al no conocer a
Jesucristo. Verá, la salvación es un regalo grandioso. Dios mandó a su Hijo a
morir por nosotros. Él resucitó de entre los muertos por nosotros. Él ascendió
al cielo por nosotros. ¡Él regresará por nosotros! ¿Cómo podemos avergonzarnos
de esto?
La próxima
vez que vaya a un restaurante, permita que su oración por los alimentos sea una
oportunidad para evangelizar a su amigo no creyente.
Primera
Corintios 15:55: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu
victoria?”
Harry
Houdini era un maestro del escape. La gente probó todo tipo de formas de
encerrarlo bajo llave. Lo enterraban en un ataúd, pero él se salía. Lo cosían
en sacos de lona y lo lanzaban al río, pero se escapaba. Su biógrafo dijo que
él podía escapar de todo, excepto de su memoria. No obstante, llegó el día
cuando Harry Houdini murió y él no escapó. No hubo ningún truco allí. Harry
Houdini no escapó las garras de hierro de la muerte. Mas deseo decirle que hubo
otro que murió. Su nombre es JESÚS, y Él llevó acabo el gran escape. JESÚS
SALIÓ DE AQUELLA TUMBA, ÉL RESUCITÓ. ¡Gloria a Dios, JESÚS está VIVO!
¿Quién en su
círculo de amigos no conoce a Jesús? Ore ahora mismo por ellos, que escuchen
las Buenas Nuevas, se arrepientan y crean de todo corazón en Jesús como Señor y
Salvador.
Filipenses
3:10: “A fin de conocerle, y el poder de su resurrección, y la participación de
sus padecimientos, llegando a ser semejante a Él en su muerte.”
Un día el
pastor Rogers fue con un amigo a visitar a un hombre de negocios. Este
apreciado amigo y varón de Dios empezó compartiendo su testimonio de cómo el
Señor lo había salvado. Luego añadió algo que le dejó atónito, boquiabierto. Él
dijo: “Yo solía creer que Jesucristo murió en la cruz, que fue sepultado y que
resucitó de entre los muertos. Pero ya no creo eso.” El pastor Rogers estaba
estupefacto. Después con una sonrisa en su rostro, explicó: “Sí, ya no creo
eso. Ahora lo sé.”
¡Qué cambio
de parecer! Pasar de creer a conocer al Salvador. ¡Qué revelación y
transformación más gloriosa!
Colosenses
3:1: “Si, pues, habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde
está Cristo sentado a la diestra de Dios.”
Primera
Pedro 2:11 dice que somos “extranjeros y peregrinos” en este mundo. Estamos en
el mundo, pero no somos del mundo. Los creyentes hemos nacidos dos veces en un
mundo de personas nacidas sólo una vez. Y en la mayoría de las circunstancias
nos encontraremos nadando contra la corriente. Es como un buceador de aguas
profundas que está sumergido y fuera de su medio ambiente natural. Él no podría
sobrevivir si no estuviera conectado a su fuente de vida en la superficie.
Nosotros necesitamos vivir de esa forma. Si vamos a sobrevivir, necesitamos
permanecer conectados a Jesús quien es nuestra fuente de vida. Por ello, la
Biblia nos enfatiza que no pongamos nuestra mirada en las cosas de abajo, sino
en “las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios”.
Es tiempo de
revisar su salvavidas... ¿está confiando en algo mundano? ¿Está desarrollando
amistades con las cosas de este mundo?
Mateo 1:21:
“Y dará a luz un hijo, y llamarás su nombre JESÚS, porque Él salvará a su
pueblo de sus pecados.”
¿Somos los
creyentes ingenuos por creer en Jesús? ¿Estamos sirviendo a un Dios falso? Si
usted va a la tumba de Confucio, encontrará que está ocupada. Si va a la tumba
de Buda, encontrará que está ocupada. Si va a la tumba de Jesús, usted la
encontrará vacía. Él es un Salvador resucitado. Eso es importantísimo, porque
usted puede sacar a Confucio del confucionismo y aún tener el confucionismo.
Puede sacar a Buda del budismo y todavía tener el budismo. Pero usted no puede
sacar a Jesucristo del cristianismo y aún tener el cristianismo, porque el
cristianismo no es un código, no es un credo, no es una causa. Es el mismo
Cristo.
Usted tiene
una esperanza que el mundo necesita escuchar. ¿Con quién puede compartir esa
esperanza hoy?
“Porque el
fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree” (Romanos 10:4).
El mundo
piensa que pecado es ser malo y que ser justo es ser bueno. Dicen: “Si es que
soy una buena persona, entonces iré al cielo.” Para ellos, Dios es como Papá
Noel, que hace una lista y la revisa dos veces para determinar si hemos sido
buenos o malos. Eso no es así. La justicia yace sólo en el Señor Jesucristo. Él
dejó el cielo, vino a la tierra, vivió una vida justa y perfecta. Luego sufrió,
derramó su sangre y murió en una cruz como expiación o sacrificio por nuestros
pecados: Fue sepultado y resucitó por el poder de Dios, y ascendió a la gloria.
Su sangre fue aplicada al propiciatorio de Dios: eso es justicia. Gálatas 2:21
nos dice: “[…] si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió
Cristo.” ¿Sabe lo que eso significa? Si usted pudiera salvarse siendo bueno,
entonces el Calvario fue un error. Si hubiera habido otra manera de que usted
se salve, Dios no hubiera dejado que su Hijo muriera sobre una cruz.
En este día
de Navidad, ¿cómo ve usted a Dios? ¿Es
Él su Papá Noel, asegurándose si se portó bien o mal? ¿Es Él su mayordomo,
cumpliendo cada uno de sus deseos y caprichos? ¿O es Él el Altísimo y exaltado
Rey de reyes, el Todopoderoso Padre Eterno?
“Porque la
paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús
Señor nuestro” - (Romanos 6:23).
“En Cristo” es
una pequeña frase, pero es la llave que abre la puerta del más grande tesoro
jamás conocido. Verá, todo lo que le sucedió a Cristo, le sucedió a usted
también. Cuando Él fue crucificado,
usted fue crucificado; cuando lo enterraron, usted asimismo fue enterrado, y
cuando Él resucitó, usted igualmente resucitó, porque Cristo actuó por
usted. “Más por Él estáis vosotros en
Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación,
santificación y redención” (1 Corintios 1:30).
Un hombre
nunca estará totalmente seguro, hasta que esté en Cristo. Alguien pregunta:
“¿Qué, si pierde la salvación?” Eso no le puede pasar a alguien que está en
Cristo. No sólo Él nos sostiene, sino que “estamos en Él.” La seguridad no está
en lugar llamado “cielo”, sino en una persona llamada “Jesús.”
Hoy deseo
que usted comparta Romanos 6:23 con cinco personas. Comience orando ahora mismo
para que Dios le muestre quiénes son esas personas, y pídale que le dé la
valentía para compartir. Puede escribir romanos 6:23 en una pequeña tarjeta y
antes de dárselas, usted podría decirles: “Me gustaría darle un regalo.
“Sabiendo
que Cristo, habiendo resucitado de los muertos, ya no muere; la muerte no se
enseñorea más de Él. Porque en cuanto murió, al pecado murió una vez por todas;
más en cuanto vive, para Dios vive” - (Romanos 6:9-10).
La mejor
noticia que este mundo ha escuchado, procede de una tumba en las afueras de
Jerusalén. “¡Ha resucitado!” En ese día, la vida y la muerte se enfrentaron en
esa tumba en mortal combate. Ganó la vida. Murió la muerte. Jesús murió la
muerte de deuda. En esa tumba, Jesús ganó la victoria sobre la muerte. No
existe más verdad infinita que ésta: Jesucristo fue resucitado de la muerte.
Esa es la verdad que la ciencia no puede explicar, la historia no puede
repetir, y el tiempo no la puede erosionar. Es la verdad de todas las verdades.
Es la verdad que prueba que Jesús es el Hijo de Dios. Alguien dijo: “Si
Jesucristo está aún en la tumba, nada importa. Más si Él salió de la tumba,
nada sino sólo eso importa.”
¿A quién le
va a comunicar usted hoy que Jesucristo está vivo y que ha pagado la deuda por
sus pecados? Pídale a Dios que le guíe hacia alguien y que le dé la valentía
para compartir esta Verdad que cambia vidas.
“Y que fue
sepultado, y que resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras” (1
Corintios 15:4).
Una de las
más grandes bendiciones en la Biblia pasa frecuentemente inapercibida entre
creyentes. ¡Es la sepultura de Jesucristo! Me escuchó bien, la sepultura de
Jesús es una bendición para usted. Porque no sólo murió usted con Él, sino que
ha sido sepultado con Él. En tiempos bíblicos cuando la gente judía fallecía,
eran inmediatamente embalsamados con aceites especiales y envueltos en lino. El
cuerpo era ocultado y sepultado en una tumba. Eso es lo que Jesús ha hecho con
su cuerpo viejo del pecado. No sólo ha sido usted crucificado con Cristo, sino
también ha sido sepultado con Cristo. ¿Por qué el énfasis? Para que usted nos
sea acosado por el fantasma de la culpabilidad. El diablo tratará de recordarle
lo que usted fue. No se lo permita. No ande merodeando entre los huesos muertos
de su vida vieja. ¡Ésta desapareció por la gracia de Dios!
¿Los
demonios del infierno le acosan con acusaciones de culpabilidad de pecados
pasados? Es hora de hacerlos correr de regreso a su fosa. ¿Cómo lo hace? ¡Con
la Palabra! Si usted es acusado de algo ahora mismo y sabe que lo ha confesado,
se ha arrepentido y le ha rogado a Dios perdón, apodérese de la autoridad que
Dios le dio y declárele a esos demonios su Palabra: 1 Timoteo 1:12-14 y Romanos
8:1.
“Y
juntamente con Él nos resucitó, y asimismo nos hizo sentar en los lugares
celestiales con Cristo Jesús” - (Efesios 2:6).
¿Por qué la
tumba vacía es tan gloriosa? Porque significa mucho más que sólo el hecho de
que Dios levantó a Jesús de entre los muertos. Él lo ha levantado a usted
también, para que camine “en novedad de vida” (ver Romanos 6:4). Yo he salido
de esa tumba. He ascendido. Y usted también, si es que es salvo. ¿Dónde está
Cristo hoy? “Sentado en las lugares celestiales.” ¿Dónde está usted sentado? En
el mismo lugar. Usted no tiene que morir para ir al cielo. En Cristo usted
“está sentado en lugares celestiales “¡ahora mismo!” Animamos a nuestros
hermanos y hermanas a que se mantengan “mirando hacia arriba”, cuando
deberíamos estar diciéndoles que “miren hacia abajo”. Usted ya está sentado en
los lugares celestiales, y puede mirar sus problemas allá abajo. Usted, mi
querido amigo, ¡tiene una nueva y gloriosa vida!
Aquiétese
por un momento y pídale a Dios que le dé una vida completamente nueva, o
agradézcale por la vida nueva que ya la ha dado.
JESÚS EL
CORDERO- REY: TU MENTOR.
Porque el
Cordero que está en medio del trono los pastoreará, y los guiará
a fuentes de
aguas de vida; y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. – Ap. 7:17.
Me
pregunto. ¿En verdad entiendes Quién es
el que te guiará y será tu mentor el día de hoy -- si se lo permites? Jesús no es algún remoto dios, que no conoce
dónde vives. Que no conoce tu
dolor. Que no conoce los retos
increíbles que enfrentas.
Amor y
autoridad mientras lees esto. Pero,
también es un Cordero, para siempre. Él
se convirtió en uno de nosotros. Uno con
nosotros. ¡Alguien justo como
nosotros! Él caminó en tus pisadas. En mis pisadas. Y ahora mismo Él está junto a ti, listo para
alcanzarte, orientarte, guiarte y ayudarte a través de cada decisión difícil
que tu debas tomar hoy. ¡Quiero que
entiendas quién es tu Pastor! En Él
están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento (Col.
2:3).
Así que
mientras guíes a tu rebaño esta semana, escúchalo a Él. Aprende de Él. Ya sea que pastorees a tu familia, a un grupo
pequeño, a una clase de escuela dominical, o a toda una congregación, permite
que esta imagen de Jesús, tu Cordero-Rey te moldee y forme la manera en que
pastoreas a otros.
Como un rey,
un buen pastor guía en sabiduría, bondad, amabilidad y honestidad. Pero como un cordero, él sabe que debe
seguir. La gente te seguirá sólo si
ellos saben que tú estás siguiendo a Jesús.
Si no estás escuchando, si no eres sumiso y obediente y te quebrantas
ante Jesús, nunca experimentarás un rebaño que se someterá a tu liderazgo.
Como un rey,
un buen pastor alimenta a su rebaño. Pero
como un cordero, él sabe qué tan desesperadamente él necesita ser
alimentado. Si no tienes hambre de Dios,
no puedes esperar que tu pueblo tenga hambre de Dios. Tu pueblo conoce si estás viniendo a Jesús y
su Palabra para una alimentación diaria.
¿Cómo puedes esperar tener comida fresca para los demás; si tú mismo
estás desnutrido y raquítico espiritualmente?
El clamor diario de cada pastor exitoso es este: Como el ciervo brama por las corrientes de
las aguas, Así clama por ti, oh Dios, el alma mía (Sal. 42:1).
Como un rey,
un buen pastor ejerce autoridad. Y aun
así él nunca es autoritario. Nunca usa
su autoridad para su propio beneficio.
¡No! Como un cordero es tierno,
gentil, vulnerable, puro, calmado y manso.
Un buen pastor siempre se responsabiliza por su rebaño. Nunca tiene miedo de tomar decisiones
difíciles, para el crecimiento y madurez de las ovejas que dependen de sabias
decisiones. Pero también sabe qué tan débil
es él. Sabe que si él quiere tener
éxito, debe depender de Jesús. Como Jesús,
él es movido a las lágrimas, pues siente el dolor de su rebaño. Él sufrirá, justo como un cordero. Y como su Maestro, un buen pastor conoce que
debe dar su vida por los demás. Su vida
no es suya propia. Él debe renunciar a
sus propias necesidades y deseos, de modo que su rebaño crezca y se reproduzca.
No es fácil
ser un buen pastor. Jesús nunca prometió
que sería fácil. Pero lo que sí prometió
es que Él siempre estaría con nosotros.
Y hoy Él te está diciendo, “Obsérvame.
Soy un rey-líder. Pero nunca usé
mi posición para mi propio placer, para mi propio beneficio. Soy un cordero sacrificado. Entrego mi vida por ti. Así que te he dado este trabajo privilegiado
y debes hacer lo mismo. Humíllate ante mí,
y te exaltaré. Vive en una callada dependencia
de mí. Puesto que fuera de mí nada
puedes hacer (Juan 15:5).”
. . .
puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe,
el cual por
el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio,
Y se sentó a
la diestra del trono de Dios (He. 12:2).
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