EL PERDÓN EN
MEDIO DE LA ANGUSTIA Y LA TRAGEDIA.
«EL PROVECHO
DE LA AGONÍA»
Por el
Hermano Pablo.
La tragedia
ocurrió de noche en una de las capitales más grandes del mundo. Joseph Hawkins,
de veintiún años de edad, se encontraba en el patio de su casa cuando lo
mataron a tiros desde un auto que pasó velozmente. Se suponía que el joven
había tenido vinculación con alguna pandilla de muchachos de la comunidad,
aunque esto no pudo comprobarse. Fue un gran dolor para toda la familia.
La madre de
Joseph, Loma Hawkins, quien no se amilanó ante su muerte, lanzó un programa de
televisión que tituló «El provecho de la agonía», en el que invitó a todas las
madres que habían pasado por una experiencia similar a venir a exponer ante las
cámaras su sentir. El proyecto comenzó a tomar auge.
No obstante,
dos años después la tragedia golpeó por segunda vez el hogar de Loma. Un
segundo hijo, Geraldo, de diecisiete años de edad, fue asesinado en idéntica
forma. El dolor para Loma fue casi insoportable. Pero al preguntarle si
seguiría con el programa, ella respondió con énfasis: «Sí, y ahora con doble
razón.»
He aquí una
madre doliente y sufrida, pero noble, valiente y determinada, que tomó su
desgracia como algo inevitable, y dándole vuelta al dolor, lo usó para lanzar
un proyecto que tenía el fin de cambiar el destino de su comunidad. En la zona
donde ella vivía, ese tipo de homicidios ocurrían a diario. El esfuerzo de esta
mujer contribuyó a cambiar la situación.
El
comentario de ella fue: «Espero abrir camino, poco a poco, en la conciencia de
todo adolescente que, por tener un auto potente y un arma de fuego en la mano,
se cree con derecho a matar al que se le ocurra.»
Ante
desgracias como ésta, la reacción del doliente toma uno de dos cursos: o sume a
la persona destrozada en una profunda depresión de la cual no encuentra, ni
desea encontrar, salida, o reacciona como lo hizo Loma Hawkins, quien ante el
terrible dolor de ver a su hijo muerto a balazos, alzó la vista al cielo y
dijo: «Señor, ayúdame a encontrarle algún provecho a esta tragedia.»
Ella no sólo
se permitió hallar consuelo y fortaleza, sino que actuó inmediatamente en
auxilio de otros. Y en su dolor, usó su agonía para lanzar un proyecto con el
fin de cambiar a su comunidad.
En medio de
la desesperación, podemos pedirle a Dios gracia para llenar primero nuestro
propio corazón con amor y perdón, y luego para ayudar a otros que tienen
aflicciones afines. Él es más grande que toda tragedia, y puede cambiar en
provecho lo que es desastre. Dios sólo espera que acudamos a Él.
No hay comentarios:
Publicar un comentario