UTILIZANDO
LA MULTIFORME GRACIA DE DIOS Y SIRVIENDO EN SU OBRA.
PRESO
VOLUNTARIO.
Por el
Hermano Pablo.
—Puede salir
en libertad —dictaminó el juez de La Paz, Baja California, México—. A causa de
su buena conducta en la cárcel, he decidido abreviar su condena. Está usted
libre para volver a su familia y comenzar una nueva vida.
Para
sorpresa del juez, el preso rechazó el indulto.
—Señor juez
—explicó—, me metieron aquí por narcotraficante, y la sentencia era justa; pero
aquí en esta cárcel he tenido una experiencia espiritual que ha cambiado mi
vida. He conocido a Cristo, y quiero finalizar mi condena aquí, para darlo a
conocer a mis compañeros de prisión.
Esas fueron
las palabras del preso, Ignacio Mancida.
Esta notable
historia la cuenta Alejandro Tapia, arquitecto de la ciudad de La Paz, Baja
California, que llegó a ser un denodado seguidor de Cristo. El señor Tapia
comenzó a contar acerca de su experiencia con Cristo en la cárcel de su ciudad,
y al poco tiempo hubo más de cuarenta presos que hicieron profesión de fe en
Cristo como su Salvador. Entre ellos se encontraba Ignacio Mancida, que optó
por quedarse en la cárcel para, a su vez, contarles a otros acerca de su
conversión.
EL DETERIORO
DE LA HUMANIDAD.
1. Hay en este mundo, como prueba irrefutable del
deterioro de la humanidad, muchísimas cárceles, penitenciarías, reformatorios y
prisiones.
2. Hay también muchas clases de presos.
3. Presos injustamente encarcelados.
4. Presos que muerden de rabia los barrotes de
su celda.
5. Presos por asaltos y homicidios.
6. Presos políticos.
7. Y presos para toda la vida.
8. Pero presos voluntarios, que se quedan en la
cárcel sólo para contarles a otros acerca de Cristo, hay pocos, muy pocos.
Hubo un
tiempo célebre en la historia humana cuando los cristianos de Moravia que
abrazaron la reforma religiosa del siglo dieciséis llegaron hasta a venderse
como esclavos para proclamar la buena noticia de Jesucristo a otros esclavos.
Tal era el amor que sentían por sus compañeros.
9. El apóstol Pablo padeció varios años de
cárcel. Estuvo preso en Jerusalén, en Cesarea y en Roma por predicar el
evangelio, y siempre aprovechó su estancia en la cárcel para predicar la
libertad espiritual a los cautivos.
10. Porque todos los seres humanos somos cautivos
de lo mismo: del pecado.
Cristo
todavía está redimiendo, tanto a hombres como a mujeres, de la cárcel opresora
del pecado.
11. Todos somos prisioneros, o del pecado, o de
Cristo. Los que no han hecho de Jesucristo el Señor de su vida están en la
cárcel del pecado.
12. Fue por la urgencia del mensaje de libertad
que Cristo les dijo a sus discípulos: «Vayan por todo el mundo y anuncien las
buenas nuevas a toda criatura» (Marcos 16:15).
13. Usted hace parte de la Gran Comisión; ¿cuándo
empezará su misión?
No hay comentarios:
Publicar un comentario