EL APÓSTOL
PABLO LE SIRVIÓ A JESUCRISTO EN MEDIO DEL SUFRIMIENTO.
Pero tú has
seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia,
persecuciones, padecimientos… persecuciones que he sufrido, y de todas me ha
librado el Señor (2 Timoteo 3:10-11).
El Apóstol
Pablo no era ningún extraño al sufrimiento, ni tampoco era alguien que se
quejaba a menudo. Él con paciencia aguantó cualesquiera privaciones que
vinieron por su camino a consecuencia de su valiente proclamación de la fe en
Cristo resucitado, sabiendo que su Señor lo guardaría con seguridad sin importar
lo que hubiera pasado.
Eche de ver,
sin embargo, que aunque Pablo sabía que Dios lo guardaría con seguridad, él no
esperó que Él le quitara el sufrimiento. Pablo entendió que tales cosas eran
parte del costo que él tenía que pagar por servir a Aquel quien el mundo
rechazó. ¿Nada en particular ha cambiado con respecto a eso, verdad? Aunque en
muchos países seamos libres de adorar a Dios cuando deseamos, otros alrededor
del globo no son tan bendecidos.
El mismo
Jesús pone el ejemplo, ¿verdad? Otro Apóstol, Tomás, quiso la prueba de ese
ejemplo. Cuando le dijeron que Jesús en efecto había resucitado, él no pidió
ver la cara de Cristo u oír Su voz. Dijo que debía tocar Sus heridas, las
cicatrices que demostraron Su sufrimiento de nuestra parte, antes de que él
creyera. Con gracia, Jesús le mostró.
Nuestro
rescate fue comprado a un gran precio, tan grande que podemos comenzar apenas a
comprenderlo. Las cicatrices en el cuerpo de Cristo resucitado son el
testimonio a aquel rescate y el amor incondicional que lo selló.
¿Podemos
nosotros, como seguidores de Cristo, esperar algo menos? Incluso si no somos
abiertamente perseguidos por nuestra fe, hay siempre un precio que pagar, una
parte de nosotros tiene que morir diariamente para que nuestro Señor resucitado
pueda vivir dentro de nosotros. No hay espacio en el trono para dos; sólo Jesús
ha ganado el derecho de sentarse allí. Cuando somos llamados a cualquier clase
de sufrimiento en nuestro caminar con Él, soportémoslo humildemente, sabiendo
que las cicatrices que esto produce proporcionarán pruebas del amor de Cristo
por otros para ver, que ellos también podrían creer y ser salvos.
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