lunes, 25 de abril de 2016

EL APÓSTOL PABLO LE SIRVIÓ A JESUCRISTO EN MEDIO DEL SUFRIMIENTO.

EL APÓSTOL PABLO LE SIRVIÓ A JESUCRISTO EN MEDIO DEL SUFRIMIENTO.
Pero tú has seguido mi doctrina, conducta, propósito, fe, longanimidad, amor, paciencia, persecuciones, padecimientos… persecuciones que he sufrido, y de todas me ha librado el Señor (2 Timoteo 3:10-11).
El Apóstol Pablo no era ningún extraño al sufrimiento, ni tampoco era alguien que se quejaba a menudo. Él con paciencia aguantó cualesquiera privaciones que vinieron por su camino a consecuencia de su valiente proclamación de la fe en Cristo resucitado, sabiendo que su Señor lo guardaría con seguridad sin importar lo que hubiera pasado.
Eche de ver, sin embargo, que aunque Pablo sabía que Dios lo guardaría con seguridad, él no esperó que Él le quitara el sufrimiento. Pablo entendió que tales cosas eran parte del costo que él tenía que pagar por servir a Aquel quien el mundo rechazó. ¿Nada en particular ha cambiado con respecto a eso, verdad? Aunque en muchos países seamos libres de adorar a Dios cuando deseamos, otros alrededor del globo no son tan bendecidos.
El mismo Jesús pone el ejemplo, ¿verdad? Otro Apóstol, Tomás, quiso la prueba de ese ejemplo. Cuando le dijeron que Jesús en efecto había resucitado, él no pidió ver la cara de Cristo u oír Su voz. Dijo que debía tocar Sus heridas, las cicatrices que demostraron Su sufrimiento de nuestra parte, antes de que él creyera. Con gracia, Jesús le mostró.
Nuestro rescate fue comprado a un gran precio, tan grande que podemos comenzar apenas a comprenderlo. Las cicatrices en el cuerpo de Cristo resucitado son el testimonio a aquel rescate y el amor incondicional que lo selló.
¿Podemos nosotros, como seguidores de Cristo, esperar algo menos? Incluso si no somos abiertamente perseguidos por nuestra fe, hay siempre un precio que pagar, una parte de nosotros tiene que morir diariamente para que nuestro Señor resucitado pueda vivir dentro de nosotros. No hay espacio en el trono para dos; sólo Jesús ha ganado el derecho de sentarse allí. Cuando somos llamados a cualquier clase de sufrimiento en nuestro caminar con Él, soportémoslo humildemente, sabiendo que las cicatrices que esto produce proporcionarán pruebas del amor de Cristo por otros para ver, que ellos también podrían creer y ser salvos.






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