SI ESTAMOS
LLENOS DE BASURA VAMOS A OLER MAL POR MUCHO TIEMPO.
EL PECADO ES
COMO LA BASURA ACUMULADA.
LA PEOR
HUELGA DE TODAS
Por el
Hermano Pablo.
El primer
día fue cuestión de chistes. La ciudad entera se rió del suceso. El segundo día
siguieron los chistes, aunque menguaron. El tercer día y el cuarto el asunto
comenzó a tomar otro cariz. Al sexto día los chistes dieron lugar al miedo. Y
ya para el octavo día la situación era insoportable.
La ciudad de
Bilbao, España, sufría una huelga de basureros. Los recolectores de
desperdicios no daban su brazo a torcer, y miles de toneladas de basura
comenzaban a heder y a difundir gérmenes letales. Parecía que la ciudad se
ahogaría antes que surgiera alguna solución. Pero al fin las diferencias se
resolvieron y Bilbao quedó limpio y sano otra vez.
Si hay una
huelga que en verdad afecta una ciudad, es la huelga de recolectores de basura.
Una huelga de choferes de autobuses paraliza por un tiempo la ciudad, pero no
la asfixia. Si los obreros de una empresa de periódicos hacen huelga, no hay
noticias, pero nadie se ahoga. En cambio, si los encargados de recoger los
desperdicios se declaran en huelga, el resultado es desastroso. Recoger y
quemar diariamente la basura es una labor imprescindible.
MISERIA
HUMANA Y BASURA EN EL CORAZÓN.
Así mismo
sucede con nuestra alma. Si está llena de basura, tarde o temprano nos
destruirá. Lo peor del caso es que nuestra alma puede acostumbrarse a la
inmundicia a tal grado que ni cuenta se da del mal que en ella hay.
No nos damos
cuenta, por ejemplo, del mal destructivo que produce la mentira. Hay personas
que mienten con tanta facilidad que lo hacen aun cuando les es más provechoso
decir la verdad. Por algo dice la Biblia que los mentirosos no entrarán en el
reino de los cielos.
¿Y qué del
adulterio? Manchar el matrimonio con el adulterio se ha hecho tan común que hay
quien se extraña que eso se considere inmundicia. Pero por algo dice Dios que
el adúltero tampoco entrará en el reino de los cielos.
Son muchas
las inmundicias que fácilmente dejamos entrar en nuestra vida. La lista es
larga, y las manchas, negras. ¿Qué del desfalco? ¿Qué del odio? ¿Qué de la
ofensa? ¿Qué de la avaricia? Todo eso es basura que ahoga nuestro bienestar.
Ya es hora
de que quememos esa basura. De otro modo nuestra vida entera tendrá un hedor
tan fuerte que sólo otro sucio la podrá aguantar. La Biblia dice que la sangre
de Jesucristo, el Hijo de Dios, nos limpia de todo pecado (1 Juan 1:7). Sólo
tenemos que aceptar su sacrificio y someternos a su señorío para ser limpios.
Saquemos, pues, la basura de nuestra vida, y dejemos que entre y ocupe su lugar
nuestro inmaculado Salvador.
Juan 1: 12.
Más a todos los que le
recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos
de Dios;
1:13 los
cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de
varón, sino de Dios.
En 1a de Juan 1: 7- 10, dice la Palabra:
En 1a de Juan 1: 7- 10, dice la Palabra:
1:7 pero si
andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la
sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
1:8 Si decimos que no tenemos pecado,
nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros.
1:9 Si
confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados,
y limpiarnos de toda maldad.
1:10 Si
decimos que no hemos pecado, le hacemos a él mentiroso, y su palabra no está en
nosotros.
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