EL
CUMPLIMIENTO DE LA PROMESA DEL PADRE CELESTIAL SU HIJO NOS VISITA POR PRIMERA
VEZ.
UN
ACONTECIMIENTO LLENO DE SORPRESAS Y DE HECHOS EXTRAORDINARIOS.
El
nacimiento de Jesús por una virgen; la visita de María a Elisabeth; la alabanza
de María a Dios; el nacimiento de Juan el Bautista.
Jesús
hubiese nacido con la naturaleza pecaminosa de Adán si José hubiese sido Su
padre biológico. Esto hubiese hecho de Jesús un pecador igual que toda la
humanidad y así no hubiese podido ser el Impecable Sacrificio para pagar por
nuestros pecados. Pero Gabriel, el mensajero angélico de las buenas nuevas,
vino a María y le dijo: «¡Salve, muy favorecida! El Señor es contigo . . . Y
ahora, concebirás en tu vientre, y darás a luz un Hijo, y llamarás Su nombre
JESÚS. Este será grande, y será llamado Hijo del Altísimo; y el Señor Dios le
dará el trono de David Su padre . . . y el poder del Altísimo te cubrirá con Su
sombra; por lo cual también el Santo Ser que nacerá, será llamado Hijo de Dios»
(Lucas 1:28,31-32,35).
Lucas
registró que cuando María vio al ángel «se turbó por sus palabras» sumamente
(1:29). José también se turbó cuando él supo que María estaba en cinta y
contempló un divorcio privado. «Y pensando él en esto, he aquí un ángel del
Señor le apareció en sueños y le dijo: José, hijo de David, no temas recibir a
María tu mujer, porque lo que en ella es engendrado, del Espíritu Santo es. Y
dará a luz un Hijo, y llamarás Su nombre JESÚS» («Jesús» en hebreo es el mismo
nombre de «Josué» que significa «Yahweh» — Jehová que nos rescata - nuestro
Salvador), «porque Él salvará a Su pueblo de sus pecados» (Mateo 1:20-21). Esto
debe haber sido de mucha consolación para María. En vez de vivir bajo esa
sospecha, José recibió una confirmación milagrosa de la virginidad de María.
Unos 700
años antes, Isaías predijo: «Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí
que la virgen concebirá, y dará a luz un Hijo, y llamará Su nombre Emanuel»
(Dios con nosotros). «Porque un Niño nos es nacido, Hijo nos es dado, y el
principado sobre Su hombro; y se llamará Su nombre Admirable, Consejero, Dios
Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz» (Isaías 7:14; 9:6). El nacimiento de
Jesús reveló Su Única Naturaleza como Dios y como Hombre.
El profeta
Miqueas había profetizado que el Mesías iba a nacer en Belén Éfrata, y que «Sus
salidas son desde el principio, desde los días de la eternidad» (Miqueas 5:2).
Este pequeño pueblecito, unas seis millas al sur de Jerusalén, era llamado «la
Ciudad de David», porque allí fue donde el rey David nació.
«Zacarías. .
. profetizó, diciendo: Bendito el Señor Dios de Israel, que ha visitado y
redimido a Su pueblo» (Lucas 1:67-75).
EL MUNDO VIO
SU GLORIA Y NOSOTROS CONOCEMOS HOY ESA GLORIA, DEL UNIGÉNITO HIJO DE DIOS.
«Vimos Su
gloria, gloria como del Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad» (Juan
1:14).
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