lunes, 26 de octubre de 2015

LA AVARICIA DESTRUYE EL CORAZÓN DEL HOMBRE Y LO VUELVE MALVADO.

LA  AVARICIA  DESTRUYE EL CORAZÓN DEL HOMBRE Y LO VUELVE MALVADO.
JESÚS NOS ADVIERTE SOBRE LA AVARICIA.
El Señor ilustra el peligro engañoso de la avaricia al relatar esta parábola: «La heredad de un hombre rico había producido mucho. Y él pensaba dentro de sí, diciendo: ¿Qué haré, porque no tengo dónde guardar mis frutos? Y dijo: Esto haré: derribaré mis graneros, y los edificaré mayores, y allí guardaré todos mis frutos y mis bienes; y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será?» (Lucas 12:16-20). Por el arduo trabajo de la ocupación bien respetada de la agricultura, este hombre se había hecho muy rico. No hay ninguna indicación que él había obtenido sus riquezas por métodos deshonestos. Su gran pecado que le destruyó fue que él malgastó toda su vida en satisfacer sus propios placeres. Dios le llamó «necio», y después añade: «Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios» (12:20-21).
Nosotros los creyentes no debemos de permitir que los deseos materiales nos distraigan de hacer la voluntad de Dios. No debemos de preocuparnos de nuestras necesidades futuras. Sabiendo bien la importancia de lo que comemos, lo que vestimos, y la vivienda para mantener nuestras vidas, aún nuestra primera ocupación debe siempre ser: «. . . buscad primeramente el reino de Dios y Su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas» (Mateo 6:33). Al poder mantener con bien nuestras prioridades, nos preparamos para llegar a ser todo lo que nuestro Señor quiere que seamos y cumplir así el propósito por el cual Él nos ha creado.
De la manera que usamos nuestro tiempo y nuestros talentos es una expresión de nuestra fe cristiana. Cristo nos enseñó que la vida es verdaderamente completa cuando amamos, servimos, y damos para extender las «Buenas Nuevas» a un mundo perdido. Sin importar de cuantos — muchos o pocos — de talentos tenemos, o cuantas posesiones tenemos o hemos acumulado, como buenos administradores debemos de entregarnos a la oración considerando lo que Jesús quisiera hacer con lo que tenemos.
«Más tú, oh hombre de Dios, huye de estas cosas, y sigue la justicia, la piedad, la fe, el amor, la paciencia, la mansedumbre. Pelea la buena batalla de la fe, echa mano de la vida eterna, a la cual asimismo fuiste llamado, habiendo hecho la buena profesión delante de muchos testigos» (I de Timoteo 6:11-12).
Si verdaderamente cuidamos de los intereses de Dios, Él cuidará de nuestros intereses.
UN EJEMPLO DE AVARICIA Y DE PERVERSIDAD.
Nabot respondió a Acab: “¡Líbreme Jehová de darte yo la heredad de mis padres!” (1 Reyes 21:3, RV 1995).
El rey Acab era un rey malvado — y avaro. Tenía muchas tierras y viñas, pero un día decidió que quería  la viña que le pertenecía a su vecino Nabot. En realidad, él no entró de repente  y tomó la viña; le ofreció a Nabot un intercambio por otra viña o dinero para su compra absoluta. Nebot, un hombre mucho más honorable que Acab y alguien quien  honró su herencia familiar, se negó. Como consiguiente, el rey volvió al palacio, malhumorado y de mala cara. Cuando su también malvada esposa, Jezabel, le preguntó por qué estaba en un humor tan amargo, él le contó sobre la respuesta negativa de Nabot sobre de la viña de su familia.
Jezabel le dijo que no se preocupara por ello, y luego ella inmediatamente intentó apropiarse de la viña, haciendo todo lo necesario  para lograrlo — en este caso, el asesinato del pobre  Nabot. El resultado fue que Acab consiguió lo que él quiso, pero disgustó enormemente a Dios en el proceso. No pasó mucho tiempo para que tanto Acab como Jezabel pagaran un precio divino por su malvado hecho.
Ahora bien,  yo no pienso que la mayor parte de nosotros jamás nos afrontaremos con alguien en posición de autoridad y pedirnos que le vendamos nuestra herencia, pero casos similares pueden surgir en nuestras vidas en cualquier momento, como creyentes en algunos países lo saben demasiado bien. Muchos de ellos ahora están en células de prisión o han sido hasta asesinados, simplemente porque ellos se rechazaron “a la venta total” de su legitima herencia cuando se le fue pedida de parte de su gobierno ateo u otra organización para hacerlo así.
“Niegue su fe y salve su vida.”
“Niegue su fe y salve la vida de su ser querido. ¿” (Un poco más difícil, verdad?).
Pero la venta no siempre significa una opción de vida o muerte.
“Niegue su fe y consiga una promoción.”
“Niegue su fe y sea aceptado por sus compañeros.”
“Niegue su fe y experimente una vida más fácil.”

Ahora es el tiempo para tomar la decisión que no vamos a “la venta total” de nuestra divina herencia, la herencia otorgada sobre nosotros por nuestro divino Padre por el precio de compra costoso de la vida de Su Hijo. Nos no atrevamos a esperar hasta que el  Rey Acab o la Reina Jezabel llamen a nuestra puerta, esperando hacernos una oferta que no podemos rechazar. Debemos elegir ahora—  “hoy” y ser fuertes como Nabot, hasta  la muerte si es necesario, ya que nada vale la pena dejar o deshonrar “la herencia de nuestro Padre.”

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