LA DECISIÓN
DE JUDAS FUE VENDER Y TRAICIONAR A JESÚS Y MUCHOS TAMBIÉN TOMAN LA DECISIÓN DE
RECHAZAR A JESÚS COMO SEÑOR Y SALVADOR.
Simón, un
leproso a quien Jesús había sanado, vivía en Betania, un pequeño pueblo situado
entre las lomas del Monte de los Olivos menos de tres kilómetros de Jerusalén.
Solamente unos días antes de que Jesús fuera crucificado, Simón invitó a Jesús
y a Sus apóstoles a una cena en su casa. Mientras que ellos estaban sentados
comiendo, « . . . vino una mujer con un vaso de alabastro de perfume de nardo
puro de mucho precio (muy costoso); y quebrando el vaso de alabastro, se lo
derramó sobre Su cabeza» (Marcos 14:3; ver Mateo 26:6-13; Juan 12:1-8).
Este
«perfume de nardo puro» estaba valorado en «más de trescientos denarios» — que
era como las ganancias de un año para un obrero común (Marcos 14:5; Mateo
20:2). El apóstol Juan fue quien registró que había sido Judas quien había
hablado en alta voz, diciendo: «¿Por qué no fue este perfume vendido por
trescientos denarios, y dado a los pobres? Pero dijo esto, no porque se cuidara
de los pobres, sino porque era ladrón, y teniendo la bolsa (del dinero),
sustraía de lo que se echaba en ella» (Juan 12:5-6). Para Judas, cualquier cosa
que se derramara sobre Jesús era una pérdida; él codiciaba el dinero que se
podía haber obtenido al vender el perfume. Pero, Jesús le contestó: «Déjala;
para el día de Mi sepultura ha guardado esto. Porque a los pobres siempre los
tendréis con vosotros, mas a Mí no siempre Me tendréis» (12:7-8).
La
oportunidad ya perdida de vender el perfume y cogerse el dinero, junto con la
fuerte reprimenda que Jesús le dio y el gran honor que María le había otorgado
a Jesús, probablemente enfurecieron mucho más a Judas, quien «fue a los
principales sacerdotes para entregárselo» (Marcos 14:10). La verdadera razón
por la cual Judas estaba entre los doce apóstoles se hizo bien clara cuando le
dijo a los principales sacerdotes: «¿Qué me queréis dar, y yo os lo entregaré?»
(Mateo 26:15-16). «Ellos, al oírlo, se alegraron, y prometieron darle dinero. .
. » (Marcos 14:11). La traición de Judas junto con la cantidad de dinero que
iba a recibir, todo fue profetizado por uno de los profetas del Señor unos 600
años atrás: «Y les dije: Si os parece bien, dadme mi salario; y si no, dejadlo.
Y pesaron por mi salario treinta piezas de plata» (Zacarías 11:12).
Nuestra
generación no es muy diferente a la generación durante los días de Jesús aquí
en la tierra. La pecaminosa naturaleza humana sigue siendo igual. Cada persona
tiene que tomar una decisión personal si va a aceptar o a rechazar a Jesús como
el Salvador y el Señor de su vida. La pregunta hecha por Poncio Pilato debe de
aun contestarse: «¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo?» (Mateo 27:22).
DECIDA HOY
SEGUIR A JESUCRISTO.
Lo que uno
decide hacer con Jesús determina el destino eterno.
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