LA PARÁBOLA
DE LA SIEMBRA DE LA PALABRA.
LOS
DIFERENTES TERRENOS DONDE SE SIEMBRA LA PALABRA DE DIOS.
Las
parábolas de Jesús. Sembrar la Palabra.
Jesucristo
describe en una parábola cuatro tipos de respuestas de aquellos que oyen Su
Palabra, diciendo: «Oíd: He aquí, el sembrador salió a sembrar; y al sembrar,
aconteció que una parte cayó junto al camino, y vinieron las aves del cielo y
la comieron» (Marcos 4:1-4). Esto quiere decir que hay personas que solamente
responden al evangelio con una gran indiferencia que les destruye. Ellos
representan los oyentes que no expresan interés en los valores espirituales
pero están bien interesados en los placeres y la satisfacción de sus propios
deseos. Ellos oyen la Palabra de Dios, «pero después que la oyen, en seguida
viene Satanás, y quita la Palabra que se sembró en sus corazones» (4:15).
Otras
personas que oyen Su Palabra son como la semilla que «cayó en pedregales»
(4:5). Al principio ellos parecen recibirla, pero muy pronto pierden el
interés. «Estos son así mismo. . . los que cuando han oído la Palabra, al
momento la reciben con gozo; pero no tienen raíz en sí, sino que son de corta
duración, porque cuando viene la tribulación o la persecución por causa de la Palabra,
luego tropiezan» (4:16-17). Los «pedregales» significan un lugar con piedras
sólidas debajo y muy poca profundidad de tierra encima. Estos «conversos»
parecen estar llenos de vida y con un gran futuro; pero cuando son confrontados
por un estilo de vida que no es consistente con la vida del creyente, o viene
alguna persecución por haber seguido la Palabra de Dios, ellos inmediatamente
huyen.
Otros
«conversos» son como las semillas «que fueron sembrados entre espinos. . . que
oyen la Palabra, pero los afanes de este siglo, y el engaño de las riquezas, y
las codicias de otras cosas, entran y ahogan la Palabra, y se hace infructuosa»
(4:18-19). Tales personas parecen reconocer el verdadero valor de caminar con
Cristo y de la vida eterna, pero nunca han podido separarse de los pecados del
pasado. Cuando las cosas del mundo que detienen a una persona en dedicarse a
Cristo no son arrancadas, gradualmente toman el control de su corazón y los
intereses espirituales son atropellados.
Pero un
grupo de personas más serias que oyen bien la Palabra de Dios son como las
semillas «que fueron sembrados en buena tierra: los que oyen la Palabra y la
reciben, y dan fruto a treinta, a sesenta, y a ciento por uno» (4:20). Por la
fe, ellos aprenden a quebrantar sus lugares de «pedregales», quitando cada cosa
que impide su crecimiento espiritual. Ellos saben desarraigar las hierbas malas
y los espinos de la falsa motivación, y dan mucho fruto. Jesús nos ha dicho a
todos: «Yo soy la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en Mí, y Yo en
él, éste lleva mucho fruto; porque separados de Mí nada podéis hacer» (Juan
15:5).
No es «lo
que posee» una persona que es importante, pero lo más importante es «quién le
posee».
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