viernes, 11 de diciembre de 2015

EL APÓSTOL PABLO LE ESCRIBE AL PASTOR TITO PARA QUE ORDENE LOS NUEVOS SIERVOS DE DIOS SIERVOS CALIFICADOS PARA LA OBRA DEL SEÑOR.

EL APÓSTOL PABLO LE ESCRIBE AL PASTOR TITO PARA QUE ORDENE LOS NUEVOS SIERVOS DE DIOS SIERVOS CALIFICADOS PARA LA OBRA DEL SEÑOR.
La iglesia en la isla de Creta necesitaba un liderazgo espiritual, así fue que el apóstol Pablo le dio instrucciones a Tito de ordenar hombres calificados para estas posiciones. Cada hombre tenía que ser «irreprensible (sin reproche), marido de una sola mujer, y (que) tenga hijos creyentes que no estén acusados de disolución ni de rebeldía. Porque es necesario que el obispo sea irreprensible, como administrador de Dios; no soberbio, no iracundo, no dado al vino, no pendenciero (violento), no codicioso de ganancias deshonestas, sino hospedador, amante de lo bueno, sobrio, justo, santo, dueño de sí mismo (disciplinado), retenedor de la Palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen» (Tito 1:6-9).
La iglesia pertenece a Cristo. Sus requisitos para los líderes espirituales no se deben pasar por alto; todas las otras opciones y alternativas del hombre son inaceptables delante de Dios. Esta epístola de Pablo a Tito le advierte que los líderes tienen que ser irreprensibles en sus vidas personales.
El apóstol Pablo da instrucciones para que los ancianos enseñen a los hombres jóvenes y que las ancianas enseñen a las mujeres jóvenes, instruyéndoles en cómo abandonar las pasiones malvadas y las ambiciones mundanas, y vivir honorablemente delante del Señor. «Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo sobria, justa y piadosamente, aguardando la esperanza bienaventurada y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo, quien se dio a Sí mismo por nosotros para redimirnos de toda iniquidad (maldad, desorden) y purificar para Sí un pueblo propio, celoso de buenas obras» (2:11-14). Nuestras enseñanzas deben de estar basadas sobre la triple obra de Cristo por Su pueblo como el resultado de Su muerte en la cruz. [1] Él nos hace libres - «para redimirnos de toda iniquidad»; [2] Él nos separa del mundo para Sí mismo para «purificar para Sí un pueblo propio;» [3] y Él nos hizo un pueblo «celoso de buenas obras» (2:14).
Cada creyente siempre debe de ser «retenedor de la Palabra fiel tal como ha sido enseñada, para que también pueda exhortar con sana enseñanza y convencer a los que contradicen» (Tito 1:9).
RENUNCIAR AL ORGULLO Y ASUMIR LA POSICIÓN DE HUMILDAD COM JESUCRISTO.
Las actitudes de superioridad y de pensar al mismo tiempo que otras personas son inferiores son malvadas.
UN VESTIDO QUE NOS DISTINGA DE OTROS.
Colosenses 3:12: “VESTÍOS, pues, como escogidos de Dios, santos y amados, de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre, de paciencia.”
En ocasiones la gente le preguntaba al pastor Rogers si era un predicador. ¿Cómo sabían que lo era sin que antes dijera algo “espiritual”? Él explicó: “No deseo que sepan que soy un predicador por mi apariencia. Ahora bien, no me avergüenzo de ser un predicador, pero creo que todo predicador debe actuar o vestirse de tal forma que la gente no sospeche que lo es. Debemos ser vasos transparentes de la unción del Señor. No estamos fingiendo, ni posando, ni de alguna manera vivir tratando de vernos santificados o tratando de actuar santificadamente. Simplemente somos lo que somos por la gracia de Dios.”
¿Qué es lo que comunica su apariencia acerca de la persona que usted es en Cristo? Vístase con sus vestiduras de justicia y su rostro glorioso el día de hoy.
Santiago 4:10: “Humillaos delante del Señor y Él os exaltará.”
¿Alguna vez se ha preguntado qué es la humildad? La verdadera humildad no es pensar negativamente acerca de sí mismo. Es estar de acuerdo con lo que Dios dice acerca de usted. La gracia de Dios exalta a una persona sin envanecerla, y humilla a una persona sin rebajarla. Somos lo que somos por Cristo.
En esta vida, usted no estará sin pecado, más cuando se encargue de éste, usted se acercará a poder liberarse del pecado. Sin pecado no vivirá, pero sí sin culpa. Si usted confiesa su pecado y ora a Dios pidiendo perdón, vivirá libre de culpa.
¿Posee una Biblia con concordancia? Haga un estudio acerca del tema de la humildad. Comience con Filipenses 2:3 -11.
2:3 Nada hagáis por contienda o por vanagloria; antes bien con humildad, estimando cada uno a los demás como superiores a él mismo;
2:4 no mirando cada uno por lo suyo propio, sino cada cual también por lo de los otros.
2:5 Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús,
2:6 el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse,
2:7 sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres;
2:8 y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz.
2:9 Por lo cual Dios también le exaltó hasta lo sumo, y le dio un nombre que es sobre todo nombre,
2:10 para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la tierra, y debajo de la tierra;
2:11 y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre.
AHORA SOMOS HIJOS DE DIOS.
Gálatas 4:7: “Así que ya no eres esclavo, sino hijo; y sí hijo, también heredero de Dios por medio de Cristo.”
¿Es usted salvo? Entonces usted es un santo. Sabemos lo que está pensando: “Pero yo no puedo decir eso, puesto que Cristo quiere que sea humilde.” Déjenos explicarle lo que es la verdadera humildad: es aceptar lo que Dios dice acerca de usted. Y Dios asegura que usted es un santo. Ahora bien, eso no lo convierte en una persona sin pecado, sino que lo hace una persona justificada, perdonada. Ante los ojos de Dios (y eso es lo único que cuenta) usted es un santo. Dios lo ve como una persona perfecta porque Él lo ve cubierto con la justicia de su Hijo. ¡Gloria a Dios por su inefable amor hacia nosotros!
Párese frente a un espejo y diga en voz alta: “Yo soy un santo.” Disperse las Buenas Nuevas a su familiares y amigos creyentes, que ellos también son santos.
“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor” - (1 Juan 4:8).
No se gana sabiduría viendo las obras de Dios. Se la gana al conocer los caminos de Dios. Cuando los israelitas marchaban por el desierto, sólo podían ver las obras de Dios, pero Dios le permitió a Moisés ver sus caminos. AL principio, los israelitas estaban infatuados con Dios, más cuando llegaron los problemas, su aventura de amor con Dios murió rápidamente. Comenzaron a murmurar y a quejarse. Sin embargo, Moisés vio el desierto desde la perspectiva de Dios, y se acercó a Dios con humildad y honor. Como resultado, Dios le enseñó a guiar a su pueblo desde la oscuridad hacia la luz. ¿Conoce usted los caminos de Dios? ¿Ha aprendido a ver la vida desde el punto de vista de Dios? ¿O todavía está confiando en cómo ve usted la vida,  para enfrentar los tiempos difíciles?
Humíllese delante de Dios y pídale que encienda en usted una visión de su gloria, que le dé un atrevido deseo de guiar a los perdidos hacia Él, y una pasión incondicional para amarle.


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