HOY ES
TIEMPOS DE PRUEBA PARA LA VERDADERA IGLESIA DE JESUCRISTO.
Los mensajes
de nuestro Señor a las iglesias de Sardis y de Filadelfia; la iglesia de
Laodicea es desaprobada; el libro sellado.
Las personas
en la iglesia en Sardis podían haber estado muy orgullosas de que ellos no
tenían falsos maestros, ni enseñaban falsas doctrinas; pero aún tenían un gran
mal igualmente serio. El Rey que sabe bien todas las cosas les anunció:
«Escribe al ángel de la iglesia en Sardis. . . Yo conozco tus obras, que tienes
nombre de que vives, y estás muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que
están para morir. . . y arrepiéntete» (Apocalipsis 3:1-3).
«Pero tienes
unas pocas personas en Sardis que no han manchado sus vestiduras; y andarán
conmigo en vestiduras blancas, porque son dignas. El que venciere. . . no
borraré su nombre del libro de la vida» (3:4-5). Durante Su ministerio aquí en
la tierra, Jesús también había dicho: «Si guardareis Mis mandamientos (obedeciéndolos),
permaneceréis en Mi amor» (Juan 15:10).
Jesucristo
recomendó a la iglesia en Filadelfia por su fidelidad, diciendo: «Yo conozco
tus obras; he aquí, he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie
puede cerrar; porque. . . has guardado Mi palabra, y no has negado Mi nombre. .
. . Yo también te guardaré de la hora de la prueba que ha de venir sobre el
mundo entero» (Apocalipsis 3:8,10).
La mayoría
de los miembros en Laodicea probablemente se felicitaban por ser moderados y de
mentes bien tolerantes a los de ideas liberales. Ellos seguro tenían lástima de
los creyentes en otras iglesias que eran intolerantes. Los creyentes en
Laodicea estaban bien orgullosos de su habilidad de hacer amigos y aceptar a
los que odiaban a Cristo. Pero Jesucristo severamente condena a esta iglesia:
«Pero por cuanto eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de Mi boca»
(3:16). Nuestro Señor nos explica que Él disciplina a todos los que Él ama y
les dice: «sé, pues, celoso, y arrepiéntete» (3:19). El comprometerse con el
mundo trae el engaño y la destrucción.
Jesús, el
Señor de Su iglesia, todavía está tocando en las puertas de los corazones de
los hombres con las mismas Palabras de amonestación: «He aquí, Yo estoy a la
puerta y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él, y cenaré
con él, y él conmigo. Al que venciere, le daré que se siente conmigo en Mi
trono, así como Yo he vencido, y Me he sentado con Mi Padre en Su trono»
(Apocalipsis 3:20-21).
TESOROS
ASEGURADOS POR DIOS PARA NOSOTROS.
Nadie ni
nada en la tierra ni en los cielos puede quitarnos nuestros tesoros
celestiales.
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