SE ANUNCIA
UN CAOS, PERO TAMBIÉN SE ANUNCIA EL EVANGELIO DE LA SALVACIÓN.
El Cordero
de Dios; los mensajes de los tres ángeles; la tierra es segada; la preparación
para las siete copas de la ira de Dios.
En medio del
caos que hay en el mundo, el apóstol Juan es guiado a anunciar las Buenas
Nuevas: «Después miré, y he aquí el Cordero estaba en pie sobre el monte de Sion,
y con Él ciento cuarenta y cuatro mil, que tenían el nombre de Él y el de Su
Padre escrito en la frente. Y oí una voz del cielo como estruendo de muchas
aguas, y como sonido de un gran trueno; y la voz que oí era como de arpistas
que tocaban sus arpas. Y cantaban un cántico nuevo delante del trono, y delante
de los cuatro seres (criaturas) vivientes, y de los ancianos; y nadie podía
aprender el cántico sino aquellos ciento cuarenta y cuatro mil que fueron
redimidos de entre los de la tierra. Estos son los que no se contaminaron con
mujeres, pues son vírgenes. Estos son los que siguen al Cordero por dondequiera
que va. Estos fueron redimidos de entre los hombres como primicias para Dios y
para el Cordero» (Apocalipsis 14:1-4). «(El) Cordero» es el Cristo triunfante
en el monte de Sion, el lugar de Su templo. Sus ovejas, a quienes Satanás no
puede engañar, son los que no se contaminaron.
«Aquí está
la paciencia de los santos (los creyentes santos), los que guardan (obedecen)
los mandamientos de Dios y la fe de Jesús. Oí una voz que desde el cielo me
decía: Escribe: Bienaventurados (favorecidos divinamente) de aquí en adelante
los muertos que mueren en el Señor. Sí, dice el Espíritu, descansarán de sus
trabajos, porque sus obras con ellos siguen» (14:12-13).
Si hay
personas que han vivido una vida respetable, aunque tales personas no hayan
vividos dedicadas a Cristo, en sus entierros todos queremos pensar que Jesús
les dará las bienvenidas al cielo. Pero «los muertos que mueren en el Señor»
solo pueden ser aquellos por los cuales Jesús había orado, diciéndole a Dios:
«Tuyos eran, y Me los diste, y han guardado Tu Palabra. . . . No son del mundo,
como tampoco Yo soy del mundo. Santifícalos (creyentes santos) en Tu verdad; Tu
Palabra es verdad» (Juan 17:6,16-17). Tales son los creyentes que han tomado la
cruz de Jesús diariamente negándose a sí mismos (Lucas 9:23), y están
verdaderamente sirviendo al Señor. Todos los del mundo que nunca han sido
salvos no tendrán nada en común con los que estarán alabando al Señor con «una
gran voz de gran multitud en el cielo, que decía: ¡Aleluya! Salvación y honra y
gloria y poder son del Señor Dios nuestro» (Apocalipsis 19:1).
EL AMOR Y EL
CUIDADO DE DIOS PARA CON NOSOTROS, NO TIENE LÍMITES.
El cuidado
amoroso de Dios para con nosotros no tiene límite (Romanos 8:38-39).
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