UN NUEVO
PACTO SIN SACRIFICIOS SINO CON OBEDIENCIA
A JESUCRISTO.
El Nuevo
Pacto; el perfecto sacrificio de Cristo comparado a los sacrificios temporales
que estaban bajo la Ley; una súplica para mantenernos fieles.
El
tabernáculo y el sistema de adoración para Israel le fue revelado a Moisés por
Dios en el monte Sinaí. Esto consistía de muchos sacrificios, los cuales no
podían limpiar a nadie del pecado sino que solamente «cubrían» a los oferentes
temporalmente. Sin embargo, cada detalle de este gran sistema de adoración era
simbólico del único sacrificio que vendría de Cristo en la cruz. Jesucristo
tomó el lugar del sumo sacerdote de Israel, de los sacerdotes, y de todo el
sistema del rito sacrificial de la adoración. Dios predijo por medio de Su
profeta un Pacto futuro: «He aquí que vienen días, dice Jehová, en los cuales
haré Nuevo Pacto con la casa de Israel y con la casa de Judá» (Jeremías 31:31;
ver Hebreos 8:6-13).
Bajo el
sistema de adoración del Antiguo Pacto, «la sangre de los becerros y de los
machos cabríos» (9:12,19), los cuales eran animales inocentes, eran
sacrificados diariamente por los pecados de los oferentes. Pero Jesucristo,
quien es el Dios hecho Hombre, derramó Su propia sangre y entró una vez y para
siempre, no en el Lugar Santísimo terrenal, pues «no entró Cristo en el
santuario hecho de mano, figura del verdadero, sino en el cielo mismo para
presentarse ahora por nosotros ante Dios» (9:24).
El Espíritu
Santo guió al escritor de la epístola de Hebreos a señalar aquí que el Antiguo Pacto miraba hacia el futuro «por el más amplio y más perfecto tabernáculo»
(9:10-11). La frase el «más perfecto tabernáculo» se refiere a la forma
encarnada de Jesús, desde que el contenido del tabernáculo, y el mismo tabernáculo
también, simbolizaban a Cristo, como también en Su vida, en Su ministerio, en
Su muerte, y en todos los sacrificios del Antiguo Pacto. Los sacrificios de los
animales ya no son aceptables porque «estando ya presente Cristo, Sumo
Sacerdote de los bienes venideros, por el más amplio y más perfecto
tabernáculo, no hecho de manos, es decir, no de esta creación, y no por sangre
de machos cabríos ni de becerros, sino por Su propia sangre, entró una vez para
siempre en el Lugar Santísimo, habiendo obtenido eterna redención (para
nosotros)» (9:11-12).
La confesión
de nuestra fe es una admisión de que hemos renunciado al mundo y a sus deseos y
pasiones para mantenernos fieles a nuestro Señor y Salvador Jesucristo, quien
ha hecho tanto por nosotros. «Más Dios muestra Su amor para con nosotros, en
que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros» (Romanos 5:8).
RECUERDE
SIEMPRE LOS ATRIBUTOS DE DIOS: OMNISCIENCIA, OMNIPRESENCIA Y OMNIPOTENCIA.
Sí, Dios es
todo Sabio (Omnisciente), Todopoderoso, y siempre está presente (Omnipresente).
¿Cómo es que podemos temer el futuro?
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