EL JUICIO
DEL GRAN TRONO BLANCO. UN FINAL DIFÍCIL.
La cena de
las bodas del Cordero; el Jinete en el caballo blanco; Satanás es atado y
condenado; el juicio del gran trono blanco.
«Entonces vi
el cielo abierto; y he aquí un caballo blanco, y el que lo montaba se llamaba
Fiel y Verdadero, y con justicia juzga y pelea» (Apocalipsis 19:11). «Y vi a la
bestia, a los reyes de la tierra y a sus ejércitos, reunidos para guerrear
contra el que montaba el caballo, y contra Su ejército» (19:19).
Otra escena
toma lugar delante del: «gran trono blanco y del que estaba sentado en él, de
delante del cual huyeron la tierra y el cielo, y ningún lugar se encontró para
ellos. Y vi a los muertos, grandes y pequeños, de pie ante Dios; y los libros
fueron abiertos, y otro libro fue abierto, el cual es el libro de la vida; y
fueron juzgados los muertos por las cosas que estaban escritas en los libros, según
sus obras. Y el mar entregó los muertos que había en él; y la muerte y el Hades
entregaron los muertos que había en ellos; y fueron juzgados cada uno según sus
obras. Y la muerte y el Hades fueron lanzados al lago de fuego. Esta es la
muerte segunda. Y el que no se halló inscrito en el libro de la vida fue
lanzado al lago de fuego» (20:7,11-15). Este es el destino de Satanás y de
todos los que rechazan a Jesucristo como Salvador y Señor. Dios no empuja Su
voluntad en la vida de nadie. El arrepentimiento es la experiencia redentora
que nos lleva al perdón. Ello entierra el pasado bajo la esperanza
bienaventurada del mañana «y la manifestación gloriosa de nuestro gran Dios y
Salvador Jesucristo» (Tito 2:13).
Vamos a
pensar en lo gozoso que será para todos los que se arrepientan y acepten a
Jesucristo como el Salvador y el Señor de sus vidas, y poder ver otra vez a sus
queridos y a los santos de todas las edades: Abraham, Jacob, José, David, y
Pablo. Sin embargo, primeramente, y aun de mayor valor, veremos a Jesús,
nuestro maravilloso Redentor. «Y salió del trono una voz que decía: Alabad a
nuestro Dios todos Sus siervos, y los que le teméis (que le dan reverencia),
así pequeños como grandes. Y oí como la voz de una gran multitud, como el
estruendo de muchas aguas, y como la voz de grandes truenos, que decía:
¡Aleluya, porque el Señor nuestro Dios Todopoderoso (el Omnipotente) reina!
Gocémonos y alegrémonos y démosle gloria; porque han llegado las bodas del
Cordero, y Su esposa se ha preparado» (Apocalipsis 19:5-7).
LA PALABRA
DE DIOS SIEMPRE REVELA LA VERDAD, EL ENEMIGO SIEMPRE MIENTE.
Satanás
falsifica los hechos, pero la Palabra de Dios siempre revela la verdad.
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